martes

Desmemoriada

El olvido es el consuelo del corazón
 
 
 
 
 
 
   

  Me desvela Octubre lleno de proyectos, de tiempos libres, de espacio en mi cama y un hueco vacío en mis entrañas que celosamente guardo para que nadie lo habite. No hay precio que pague la paz mental, el equilibrio perfecto donde las sábanas desdibujan tu pie en una cama que culmina inmaculada tras una noche sin sexo, sin pasión y sin besos.

Debería poner  el edredón a falta de abrigo humano que me acompañe en las noches. 

 

Y en el momento más oportuno de mis recuerdos. Se percató mi caprichosa sensatez resbaladiza que había olvidado que te quería. 

viernes

Ni un paso más

 


ELLA

Tiene exactamente diecinueve lunares desde la frente  hasta el mentón. Una cicatriz casi imperceptible se camufla entre una ceja despoblada de un marrón claro.

Sus pestañas son negras imperturbablemente erguidas retando la gravedad que hace mella en sus mejillas.  Sonríe y me tiembla el alma. Me mira con esos ojos pícaros de mujer que sabe lo que quiere y los labios, hinchados,  enrojecen.

 ÉL

Sus ojos negros me escrutan  con más cariño que deseo. Su mandíbula prominente se desencaja cuando sonríe y su nuez sube y baja a lo largo de la inmensa garganta.

 

 ELLOS

Sus  cuerpos desnudos se rozan en tímidas caricias. Veinte años antes, veinte años después. Veinte años largos que parecen un suspiro. Y el reloj marca los segundos que faltan para recuperar cada uno su vida, tan lejos y tan difícil de compaginar.  Cuando los besos no son suficiente para parar el tiempo.

 

NOSOTROS

Pasará un mes antes de que volvamos a sabernos, cuando se hayan borrado los recuerdos del arrepentimiento. Después de un mal día, él me mandará un reclamo en forma de mensaje y yo tardaré, otra vez,  veinte años en responder