sábado

Había una vez...

 Una mentira viene precedida de una larga explicación.



  Tras la tranquilidad de un barrio que te es familiar, una compañía testigo y  confidente, una mañana como cualquier ayer en la que cambias casualmente la elección de un bar a otro por su terraza expuesta  al sol, ...tranquila la niña en su bosque, recogiendo flores  silvestres.

  Aparece cuando menos te lo esperas, cuando habías olvidado su existencia, cuando el recuerdo no te asusta y entonces, en su manifestación fortuita, salen a flote todas las inseguridades que creías superadas.

 Renace un dolor en ti a viejo, a usado y macabro, Una sensación incómoda que  devuelve el sabor metálico a tu lengua, la opresión en el pecho, el hostigamiento de ideas de lo que tendrías que haber hecho y por qué no corrieron tus piernas tal y como habíais planeado en miles de coincidencias mentales, ninguna contemplaba este marco.

Y héme de nuevo en casa, protegida y a salvo, desplaneando planes de baile, descitando citas, desencontrando encuentros, deshaciendo palabras que no salieron de mi boca. Cualquier rincón de la calle puede ser enemigo. 

Y entonces se debate la lucha por reprimir los afectos rotos: pierden los ojos que arden  conteniendo lamentos, le siguen  los pulmones y el hígado. 

No hay palabras, nunca las hubo, enmudecida de sentimientos, por no soltar lo único que fue real, lo que fue tuyo, porque  lo que sentiste fue verdadero,   como el cuento  al niño que girando página se da de bruces con el lobo de Caperucita.


domingo

Quién sabe qué?


Entre el dolor y la nada, prefiero el dolor.



Hace frío allí fuera, la humedad lo envuelve todo. La cama que en verano vestía ligera muestra sus mejores  galas en forma de edredones pomposos y almohadas esponjosas, la tarde se confunde con la noche, la comida con la cena y los días se acortan dando paso a eternos crepúsculos llenos de nostalgia.


Fernando tiene prisa en conocernos, acepta que nuestros ritmos están descompasados pero me sugiere que, incapaz de controlar sus impulsos, sea yo quién lo pare. Hay un antes y un después tras una copa de vino y dos días de migraña, en la distancia las cosas se ven mucho más nítidas y no te dejas llevar por los instintos más primitivos.  Él lo ha notado en la frialdad de los mensajes, en lo escueto del saludo, en lo que tardo en contestar,...el interés no es recíproco, como no lo es la realidad y los sueños.

Hoy es un día de añoranza, hace  23 años que te fuiste y te recuerdo como si te hubiera visto ayer. A veces te imagino como padre de  los hijos que no tuviste, en lo feliz que sería mamá.  126  pasos para llegar a ti.

Parece que mi ahora  sigue siendo tu nunca, he olvidado el canto de la tuna y siento que vuelvo a celebrar la virginidad. No estoy lista para empezar otra vida. Las ganas se confunden con los miedos y no avanzo en un camino que se me antoja bonito solo contigo.


Hoy no, mañana...chi lo sá?


Levedad

Sucede que entre las desilusiones en ocasiones aparece un halo de placer, quizás por la satisfacción del triunfo al acertar que ibas a fracasar.



 El Martes fue día de cambios. Anulé una cita por ganas de estar sola pero el electricista vino a despedirse, por tercera vez. Me llenó el congelador de helados y el cuerpo de fluidos. Esta vez acertó en el adiós.

Y el miércoles volví a las noches de silencio, escuchar el ruido mental, a no esperar un whatssap, a dormir por horas, al mal despertar. Si pudiera elegir una fecha en mi pasado para hacer las cosas bien, tendría que volver a nacer. 

El jueves la apatía me sedujo, mi casa nunca había sido más hogar, pasé horas en ella, pensando en todo y  en  nada mientras la cama persistía sin hacer.

 El silencio es cruel, te confronta.

Sábado, casa en penumbra, la calle desierta de ruido, la lluvia resuena en los cristales, el café caliente reposa en mi taza preferida y la bandeja de dátiles está a mi alcance. Pareciera una estampa perfecta si no fuera por el silencio que con sonrisa malvada me escruta. Lo veo venir, simulo que lo ignoro pero es más inteligente que yo y, perspicaz, lanza la primera pregunta. Se acabó la paz mental. 

Hoy escucho llover, no hay reloj ni prisas, es domingo y hace frío, la gente duerme y yo, que no sé dormir,  echo de menos algo e ignoro qué es. Caminar bajo la lluvia es desestrasante, el paseo abandonado de peatones, la paz te envuelve y no quiero volver a casa.

 En vez de cerrarlas, voy abriendo heridas a medida que sumo pérdidas. Todo crecimiento es el vencimiento de una resistencia y yo parece que me resisto a crecer.




lunes

No hay Nosotros Sin Ti

Cuando cae la noche aparece el frio, ése que se cala en tu alma por falta de un cuerpo vecino. 
 

 
 



 Últimamente no consigo el punto de caliente exacto de la leche, pierdo las llaves de casa con facilidad y pospongo las cosas al último minuto. Ultimamente no sé decir que no cuando no me apetece, como sin hambre, duermo sin sueño y  mientras las galletas mojadas se funden en un café  demasiado caliente, escribo este post lleno de porqués pendientes de destripar.


Ya es oficial, el electricista ha elegido, han pesado más sus broncas que mis abrazos, ha escogido su lengua viperina antes que mis besos  reprimidos, ha preferido sus desplantes a mis presencias. Somos los dos cuerpos que visten almas heridas y buscamos ambos aquello que sigue provocándonos el daño que nos es tan amigo: él los reproches, yo los olvidos.
 
El trueque ha finalizado y en un acuerdo perfecto yo he conseguido abandonar un recuerdo y  él ha recuperado la fuente de su sufrimiento. Sin embargo, siento en mí la pérdida de algo que nunca fue mío.

Es nuevamente tiempo de reflexiones en las que evito sumergirme y mientras eludo reflexionar hago coladas de ropa limpia, compras que no caben en una nevera a rebosar y cafés con amigas lejanas para hablar de películas por estrenar.  Estoy repleta de sentimientos encontrados que  responden a una causa que no quiero  averiguar.
 
 
El electricista ha perdido,  merece más de lo que elige y yo, que tampoco gano  y pese a que nunca le di opción de ser suya,  no merezco que no me haya elegido.