Una mentira viene precedida de una larga explicación.
Tras la tranquilidad de un barrio que te es familiar, una compañía testigo y confidente, una mañana como cualquier ayer en la que cambias casualmente la elección de un bar a otro por su terraza expuesta al sol, ...tranquila la niña en su bosque, recogiendo flores silvestres.
Aparece cuando menos te lo esperas, cuando habías olvidado su existencia, cuando el recuerdo no te asusta y entonces, en su manifestación fortuita, salen a flote todas las inseguridades que creías superadas.
Renace un dolor en ti a viejo, a usado y macabro, Una sensación incómoda que devuelve el sabor metálico a tu lengua, la opresión en el pecho, el hostigamiento de ideas de lo que tendrías que haber hecho y por qué no corrieron tus piernas tal y como habíais planeado en miles de coincidencias mentales, ninguna contemplaba este marco.
Y héme de nuevo en casa, protegida y a salvo, desplaneando planes de baile, descitando citas, desencontrando encuentros, deshaciendo palabras que no salieron de mi boca. Cualquier rincón de la calle puede ser enemigo.
Y entonces se debate la lucha por reprimir los afectos rotos: pierden los ojos que arden conteniendo lamentos, le siguen los pulmones y el hígado.
No hay palabras, nunca las hubo, enmudecida de sentimientos, por no soltar lo único que fue real, lo que fue tuyo, porque lo que sentiste fue verdadero, como el cuento al niño que girando página se da de bruces con el lobo de Caperucita.

