Entre el dolor y la nada, prefiero el dolor.
Hace frío allí fuera, la humedad lo envuelve todo. La cama que en verano vestía ligera muestra sus mejores galas en forma de edredones pomposos y almohadas esponjosas, la tarde se confunde con la noche, la comida con la cena y los días se acortan dando paso a eternos crepúsculos llenos de nostalgia.
Fernando tiene prisa en conocernos, acepta que nuestros ritmos están descompasados pero me sugiere que, incapaz de controlar sus impulsos, sea yo quién lo pare. Hay un antes y un después tras una copa de vino y dos días de migraña, en la distancia las cosas se ven mucho más nítidas y no te dejas llevar por los instintos más primitivos. Él lo ha notado en la frialdad de los mensajes, en lo escueto del saludo, en lo que tardo en contestar,...el interés no es recíproco, como no lo es la realidad y los sueños.
Hoy es un día de añoranza, hace 23 años que te fuiste y te recuerdo como si te hubiera visto ayer. A veces te imagino como padre de los hijos que no tuviste, en lo feliz que sería mamá. 126 pasos para llegar a ti.
Parece que mi ahora sigue siendo tu nunca, he olvidado el canto de la tuna y siento que vuelvo a celebrar la virginidad. No estoy lista para empezar otra vida. Las ganas se confunden con los miedos y no avanzo en un camino que se me antoja bonito solo contigo.
Hoy no, mañana...chi lo sá?
Quizá mañana o la semana que viene... o vete a saber.
ResponderEliminarEl otoño avanza y la luz se va.
Las tardes tienden al infinito, a la introspección, a la nostalgia... al qué hubiera sido sí....
Espero que tengas caminos bonitos.