lunes

Terapia sin Propina

La ola de  calor deja suspendido en el ambiente un vaho caldente  que me achicharra la piel quemada del sol.

 


 

Noche fuera de casa, y pese a que me cuesta dormir en una cama ajena a la mía,  amanecí con una renovada versión de mí.

Hace años me propuse no mentir y el engaño me persigue en forma de insomnio por una confesión pendiente con el mecánico. 

Desde  mi verdad, infiero la tuya y entre tanta suposición no quise ver las incongruencias. Nunca antes había estado en una historia como la  nuestra, nunca después querría volver a estar y aunque soy de naturaleza ilusa tus contradicciones chirriaban en mi cabeza haciendo tambalear mis ganas de creerte. 

No recordaba qué se siente en una cena de adultos, y aunque fuera menor que yo, de profesión electricista y sin tener idea alguna  de saber hacer volar un avión, me convenció su aplomo. Procuró una conversación amena y puso interés en conocer cada uno de los  motivos y los  porqués que me han llevado  a ser  quién soy.  Lejos de fantasear mediasverdades con intención de impresionar,  me deslumbró con mi comida preferida,  preludio de una  velada gratificante.

Nos interrumpió un  reclamo  abrupto, como solían serlo sus respuestas a mis mensajes de whatssap, que atendí con la mejor de mis ganas. Finalizó con el corazón compungido por una falta que me achacaba pero  que no merecía. Quedarme a dormir no estaba dentro de nuestros planes, pero el anfitrión insistió pues tras la inquietud generada, tenía motivos para considerarla la mejor de las alternativas.

No quiero mentir como engaño al operario que intenta arreglar mi coche  ignorando que puse gasolina por diesel.  Estoy dispuesta a desenmascararme. 

Suponía que, antes de que la materia estuviera disponible, el etéreo  tenía que dejar de proyectar, pero me asombré al aceptar la situación inversa contemplando que,  yaciendo en el mismo lecho y aún sin cópula ni culpa,  el lazo invisible que me condenaba acababa de romperse. 

Al amanecer, de camino a casa, solo un arrepentimiento  perturbaba mis sentidos: por los servicios obtenidos, me olvidé, como se despiden los cobardes, de dejar propina sobre la mesita de noche. 




jueves

Libera-Te



La decepción es el resultado de tus expectativas superadas por la realidad.





Pasó, sin esfuerzo, con la facilidad con la  que pasan los granos por un reloj de arena, de manera casi imperceptible. 

Cuando uno se afana en soltar provoca el efecto opuesto por el refuerzo positivo del empeño. Pero soltar significa rendirse, dejar de resistirse,  y cuando menos te lo esperas, cuando sucumbes sucede como cuando el paseante afloja la correa de su perro. La bestia lo nota y ejerce la fuerza necesaria para salir corriendo. Ese animal que reside en mí, de igual modo, se escapó del pesar que infligías en mi pecho.

Ya no hay nada que me aferre a tus recuerdos, nada que me asuste al alejarte. Soy la bailarina a la que le han cedido las  sandalias, el reo absuelto de sus pecados. 

Nací tozuda, llevo mal la incongruencia y mi cuerpo no sabe parar pero mi corazón, que es más inteligente que mi cerebro, entendió aquello de que rendirse es ganar dos veces y en un encantamiento que no soy capaz de explicar, la magia ha sucedido y mi juicio ha claudicado.

 

Me he ganado, tú me has perdido y  ahora es trabajo tuyo darte cuenta. 

 

 

 

Gracias Jorge por el aporte musical.


  https://youtu.be/EzTozA62fDo?si=ItOeGf3MlfZkBPuP

 

miércoles

Caer o Saltar

No consigo desprenderme de esta sensación de que algo va a salir mal.








 

Me sobresalta un sueño que se repite, una caída al vacío que aterriza en  una sensación de  sofoco al despertar que obliga a sustituir el café de ayunas por una ducha de agua fría.

Y con somnolencia en el cuerpo, los días  pasan con tal velocidad que me cuesta discernir el ayer del mañana. 

Al caminar, prudente, elijo los pasos con cautela temiendo que mi cuerpo no responda a mi control, sospecho que  desea precipitarse al vacío en un intento previo de sortear la angustia del sobresalto por la  inevitable  caída.

Olvidé tus errores al momento en el que te disculpaste pero se activa mi recuerdo cuando vuelves a equivocarte. Estoy a punto de saltar.

Crecí preparándome para los malos acontecimientos, los conozco bien, aparecen cuando menos los esperas, cuando parece que el Sol brilla y el mundo es de color de rosa. Después llega el silencio, antesala del ocaso, y mi yo que lo sabe todo, como si quisiera  acelerar  que ese pedacito de lo bueno  terminara, se prepara para que lo malo no le ataque por sorpresa.

Al acecho del mínimo indicio, buscando excusas para saltar.

Presiento que, contigo, ya solo sé moverme dentro de aguas turbulentas e intuyo que provocaré una falta solo para culminar con el salto al vacio antes de que el suelo bajo mis pies tiemble y vuelva a sorprenderme cayendo hacia niguna parte.

 

 

lunes

Caída al vacío

 Cuando un aparato deja de funcionar correctamente hay que  resetear.










 

Las aspas del ventilador dibujan una circunferencia, la brisa y el zumbido que emanan conducen a la introspección y en el eco de mis pensamientos resuena tu nombre.

Las culpas se acumulan como granos de arena en la playa y entre tanta tempestad no hay oleaje que las deshaga, solo las desordena.

La semana amanezaba calma pero a partir del miércoles dio un cambio sustancial que me mantuvo en tensión dentro de la montaña rusa emocional a la que ya estaba deshabituada.

La ola de calor no ayuda a mantener los nervios en reposo y sigo abusando del café buscando una intranquilidad externa que  batalle  con la inquietud que me es inherente.

Soy la misma mujer que conociste, la que te dio tantas oportunidades como límites franqueaste. Pero aprendida la lección que quisiste aplicarme ya no quiero volver al sitio del que me costó tanto escapar y, sin embargo, al alcance de cualquiera, me niego a abandonarte.

Si consigues mantener el peso de la taza sobre la mano, inmóvil, al breve espacio de tiempo tu brazo  dejará de tener la fuerza suficiente que requiere para sujetarla. Lo mismo le pasa a mi ilusión, ya no hay espacio para  resignación que lleve tu nombre.

Pensar agota como cansa correr en círculos tras la incertidumbre. Echo de menos la claridad, la seguridad  del bienestar que nunca supiste darrme. Mi responsabilidad terminó mucho antes de que empezara tu insensatez  y ahora soy yo la que reclamo confianza.

Aquí estoy, la que ya no espera, sin intención de dar un paso para acortar la distancia que nos separa y manteniendo la puerta abierta, lista para echarte, para que no te quedes sin motivos para volver a marcharte.

 

 

 

 

 

 

 

 

viernes

Adaptación al Cambio

 Decepción y culpa a partes iguales 

 







Alcúdia, 9 am de la mañana.

El Sol asomaba tímido y acariciaba mi piel en la única hora que puedes disfrutar de su presencia en  Agosto. 

Le esperé con toda la desilusión y miedo que mis huesos fueron capaz de sostener. En ese momento habría parado el reloj de la vida para no enfrentarme a mis certezas.

Me atormentaba la cabeza con un qué esperar  cuando ya sabes la respuesta, cuando te resistes a reconocer que estás malgastando el tiempo. El propio y el de los demás. Mis sacrificios tuvieron que sumar para igualarme a sus esperanzas, de tal manera que pesaron más mis culpas que sus anhelos. Preludio de un relato tan anacrónico que perfectamente podría haber escrito yo.

Siempre pensé que sabía adaptarme a la realidad y la imagen que me devuelve el espejo es una mujer de costumbres que  se encariña  con las cosas que le son familiares:  la taza del café de las mañanas, el móvil que almacena los recuerdos que no se pueden plasmar en una fotografía. Soy la que siempre elige los mismos  menús en la carta por miedo a arrepentirse después, la que  se resiste a cambiar de marca de detergente por no arriesgar a equivocarse. Fiel a lo absurdo,  la soltera que se casó con el  olor que emite tu piel en mi cama. 

El encabezamiento no augura una buena historia de amor. La fábula que nunca fue, la que existió solo en tu cabeza, dejó un día de conversaciones largas y sonrisas cómplices. Confiesas que intentaste tocarme la mano y a escasos centímetros de ti, mis garras desaparecieron de tu alcance.

La despedida para mí fue un "adiós",  para ti un "hasta pronto". Hoy tú entiendes el abrazo perenne y los ojos humedecidos. Hoy yo entiendo  que sigo  indisponible.

Encerradme,  pues soy la cruel que va destrozando corazones  ajenos intentando arreglar el propio.





martes

Tiempo contra tempo

No sueñes demasiado, puede convertirse en realidad.

 

 




Todo llega, no tengas prisa,  no vaya a ser que no te pille preparada 

Tarde o temprano tenía que pasar. Un jueves cualquiera. A pesar de evitarlo con todas mis entrañas, pese a los intentos frustrados de alejamiento, a la lucha contra un recuerdo al que me niego a olvidar. Pero tenía que pasar. Billete en mano y una cita, a las 10h, como en el muelle de San Blas pero en esta ocasión, el encuentro  reemplazará a la despedida.

La primera vez que escuché su voz, me invadió un halo de tranquilidad y  a un avión de camino no habría posibilidad de dibujar un futuro cercano en el cuaderno de las ilusiones, era la distancia perfecta para poder controlar sus ganas y mi cobardía.

Pero no hay lejanía cuando uno no quiere que la haya y desde el primer momento estuvo dispuesto a restar kilómetros y sumar certezas . La realidad se interpuso  ante mi confianza cuando uno de sus  mensajes me anunció que  " 10 días de conversación bien valen un café.",  aunque tenga un mar que cruzar, aunque tenga que luchar contra mis tempos que avanzan a cámara tan lenta que parecen haberse detenido. 

Erudito en esquivar miedos, los capea mejor de los que yo los sé lanzar. Si yo no puedo, su templanza  me reconforta. Su convicción proporciona la seguridad necesaria que require un niño cuando se suelta de la mano de su madre al dar el primer paso. 

En ninguna de nuestras confesiones nocturas  le hablé de ti, no sabría qué decir de alguien con el que nunca hubo un nosotros más allá de mis esperanzas. 

Mis relatos contigo aquí terminan, mi historia con él tiene que empezar. 

Sabes que vas por tu camino  cuando sientes  agilidad, no hay atisbo de mariposas por ansiedad, como la  calma que acaricia el mar después de la tormenta o el desahogo que  sientes al llegar  a casa después de un arduo día fuera de ella.

 

A dos días en el horizonte  de los sueños: el boceto de un nuevo hogar, aunque todavía no esté muy segura de que en él  quiera entrar. 

 

viernes

Remitente erróneo

La decepción profunda te abre los ojos pero te nubla el alma.

 


 

 

He recibido flores, sin tarjeta, sin remitente, no sé quién las envía solo sé que no has sido tú. No estoy por adivinanzas, ni ganas de agradecer a quien quiera sentirse merecedor de reconocimiento. No miento cuando digo que nadie ocupa espacio en mi mente y no siento que deba aceptar ofrendas ni amparo receptor de esperanzas.

Entre café y café, un reclamo que aparece como si viviera a la vuelta de la esquina. Insiste en pagar, como la última vez, como todas las veces  y a mí, que no me gusta sentirme en deuda, la culpa me eriza las tripas.

Tras el primer sorbo al líquido, noto su mirada en mi lengua siguiendo el recorrido por mis labios y se aprecia una sonrisa muy frágil en sus comisuras. Mientras intentamos recuperar la cordura yo me pregunto  si a lo que él siente voy a poder ser recíproca algún día . Y tropiezo en una batalla interna  entre el corazón y el cerebro, entre un "inténtalo" y el "no quiero". 

La despedida es cortés, como lo ha sido la conversación: fácil y amena, tan distinta a la que tenía contigo,  como la charla con aquel que no merita. Lo sé bien. Estas cosas el corazón también las sabe, pese a que la cabeza pretende  engañarnos a  ambos, a él por débil a mí, por complaciente.

Mi rutinaria mesa de despacho, vestida hoy con flores rojas,  vibra bajo un mensaje predecible al móvil, leerlo lo confirma, sólo siento un pálpito en mis entrañas de que algo no estoy haciendo bien.  Acorralada entre una cena que no me apetece  aceptar y un rechazo que no quiero confesar...  desaparecer me resulta la mejor de las opciones.

Injusto no poder tomar un café sin paz, injusto no poder hacer la guerra contigo.

Las flores restan en mi mesa. Algún día se marchitarán como se amustian los sentimientos que no cultivas y entonces, quizás entonces,  llegue  otro ramo cuyo remitente no requiera ser  manifiesto y al que  mi dignidad no consiga rechazar.




 

martes

Desconcierto

 La jaqueca sigue atormentándome en pro de un verano tan contradictorio como tu comportamiento.

 

 




 

 La falta de interés es  desconcertante, hiela,  como este gélido mes  de Julio, no consigo abrigar mis carnes tremolosas cubiertas con vestidos primaverales y chaqueta de otoño 

 El frío entra por los pies y se cala en la espina dorsal, congelando el sitio exacto  donde tus defectos me parecían virtudes. 

Entre mis pérdidas, tus livianos recuerdos,  intento omitir también las promesas incumplidas. No hay olvido si no hay indulto y aquí ya no queda mucho por perdonar.

Volver a casa supone enfrentarme a mi niñez, al lugar donde los abrazos no existen. He creado mi propio hogar, lejos de la indiferencia y el menosprecio y me resisto a cruzar el umbral al pasado o a un futuro contigo que me lleve al mismo ayer, tan lejos del hoy.

 

Soy la dueña de las llaves y ya no hay con quién quiera compartirlas. 

 

 



 

Culpa y betún

No hay explicación que pueda saciarme, no hay rendición sin dolor






Al final entendí que lo que más me dolía era haberme equivocado. Me resistía a rendirme como me rebelaba, de pequeña, a abandonar en la playa  el castillo de arena que con tanta ilusión construí un futuro prometedor.

Me he perdonado. Y a ti conmigo. He cambiado la fábula que engañaba mi cabeza por un relato caduco, en el que ambos salimos perdiendo, de un pasado pisado y por un futuro halagüeño y lleno de posibilidades.  

A la par hice las paces con Toni, le perdoné su arrogancia, vi en su soberbia el pozo de sus carencias, las mías y  las tuyas. Mientras él fantaseaba con los pezones rosados de las chicas de la mesa contigua  a la nuestra, yo me perdía en mis pensamientos, fingiéndome atenta a su discurso, ridículo y grotesco a partes iguales. Y os libero de la carga de mi apego herido, no os pertenece,  me reclamo  y recupero de tus devaluaciones, al final fuiste tú el insuficiente para mí.

Ya no quedan rescoldos de odio. Tus presuntas mentiras se quedan contigo, en tu conciencia. Comprendo al niño herido que reside en tus tripas, aquel al que tampoco permitieron jugar con su castillo y, sin protesta, complació a su progenitor.

Y bailaré con el dolor hasta que el cansancio le haga parar. Aunque ya no haya música que suene ni bailarín que me acompañe. Cuesta,  como cuestan las cosas que quieres hacer bien,  cuesta,  como cuestan las cosas que  importan.


Me niego a formar parte de esta frivolidad, a las mentiras y secretos, al bótox contra arrugas de expresión,  a la satisfacción vacía e inmediata, a la recompensa por frustración, a las fotos posadas, al miedo al compromiso y al pavor a no destacar en un mundo de vaginas retocadas y  de bustos de pega que imitan la perfección. 

Y seguiré creyendo en el romanticismo, como fósforo superviviente de una caja de cerillas que siempre estuvo a medio terminar.

Encajo como un  poeta en tiempos modernos, no tengo miedo al abandono, no temo al dolor, soy valiente y  tú no estás a la altura de mis pensamientos.





domingo

Desayuno Sin Diamantes

 "Un hombre roto te castigará por amarlo"




He sufrido una noche larga, sobrepasada entre comas y despertares, entre  calor y  frío, entre sueños y pesadillas. He amanecido tarde y resacosa, sin alcohol, sin fiesta y sin compañía.

Un desconocido me propone un plan que no me apetece hacer con él, solo contigo. Y al ritmo de Sabina le explico los motivos y razones por los que, mi padre, el hombre más feo del pueblo sedujo a mi madre, la más guapa. Por la causa opuesta, él, sin ser el más feo, a mí, sin ser la más guapa, no va a convencerme para que cruce el umbral de mi refugio.

Escribe como si nadie fuera a leerte pero algo me frena dentro y no me deja plasmar los porqués agudos que me afligen el pecho.

La soledad es apagar el teléfono para que no te contacten y a los tres días encenderlo y descubrir que nadie te ha contactado. 

Soy el alterego que siempre ha querido lo que tengo ahora. Levantarme tarde, comer mal, no dar explicaciones y peinarme solo si me apetece.

Éramos incompatibles, como el aceite lo es al agua,  yo tengo frío en verano, tú calor en invierno. Tus duchas templadas eran hielo en mi espalda. Te dolían mis besos masticados y no aguantó tu lomo mis afectuosos arañazos.

Lo sé todo. Lo presiento todo. Desconfiaste de tus ganas.

Siempre he querido lo que tengo ahora y tú has fastidiado mi sueño de ser libre.