martes

KaLma

 

Si el karma existe merezco  de vuelta todos  los errores que cometí.

 





 

Tres noches de intensa conversación, la conexión es evidente. Los silencios no molestan, las palabras fluyen , el tono se relaja, las sonrisas ya no se disimulan y, como jabón de manos,...me escapo diluyéndome  por los minutos sin contestar,  refugiándome en un mutismo eterno. Hay mucho que procesar.

Lo desconocido asusta,  a mí me atemoriza por su decepción, por las malditas idealizaciones. que confunde fantasía con realidad, hambre por excitación, vigilia por sueño,... y cuando hay que avanzar, retrocedo.

Pendientes muchas respuestas y tras un dilema existencial provocado por falta de atención y cariño, el mismo que tanto me esfuerzo en repeler por yo no sé qué razón o motivo, los objetivos se difuminan en el horizonte truncándose las necesidades de olvido.

Y ahora que ha vuelto el temido frío, la humedad en los huesos, el temblor en los labios, la piel de gallina, los estremecimiento en la espalda, ... se acentúa la necesidad de compartir calor humano,, la soledad  precede al onanismo como el odio al rencor y no hay mejor manera de superar una tentación que  sucumbir a ella.



 






sábado

De vuelta a casa

 Zaragoza tiene poca luz aunque vistas al horizonte, el frío es seco y las calles húmedas. Los zaragozanos visten bien, cuidan su imagen como atienden su ciudad  y son amables en el trato y en las formas. Caminan despacio, como si no tuvieran prisa por terminar de trabajar, por llegar a casa, por dar la cena a los niños y sentarse frente al sofá.  En Zaragoza se habla bajito y la música en los bares se escucha con volumen alto.





Días de intensidad y frenéntica vida social, de dormir poco, de comer mal, de sonrisas fingidas, de prestar más atención de la que te queda, de intentar memorizar todos los nombres y las caras de quienes te besan las mejillas... y cuando llegas a casa, te descalzas de los tacones, el cuerpo se rinde, pide aislamiento y desestimo las promesas de recuperar las citas de aquellos que no te han abandonado: anulo la cena del viernes con las amigas, cambio el tardeo del sábado por peli y manta y pospongo  la visita familiar de domingo de manera indefinida. Y me refugio en mi soledad escogida echando de menos abrazos envolventes y besos en silencio.

La vuelta a casa, después de un viaje agotador, es agradable, aunque nadie te espere en ella, aunque las sábanas estén frías de soledad, el comedor en penumbra y la cocina libre de aromas. Repites que tu hogar es tu cobijo e intentas convencerte de que estás donde quieres estar aunque el silencio resuene en tus tímpanos y la tranquilidad se confunda con la nostalgia.


No hace frío en las calles, el frío está aquí dentro, abrazándome mientras la soledad nos observa desde la pantalla del televisor.



Había una vez...

 Una mentira viene precedida de una larga explicación.



  Tras la tranquilidad de un barrio que te es familiar, una compañía testigo y  confidente, una mañana como cualquier ayer en la que cambias casualmente la elección de un bar a otro por su terraza expuesta  al sol, ...tranquila la niña en su bosque, recogiendo flores  silvestres.

  Aparece cuando menos te lo esperas, cuando habías olvidado su existencia, cuando el recuerdo no te asusta y entonces, en su manifestación fortuita, salen a flote todas las inseguridades que creías superadas.

 Renace un dolor en ti a viejo, a usado y macabro, Una sensación incómoda que  devuelve el sabor metálico a tu lengua, la opresión en el pecho, el hostigamiento de ideas de lo que tendrías que haber hecho y por qué no corrieron tus piernas tal y como habíais planeado en miles de coincidencias mentales, ninguna contemplaba este marco.

Y héme de nuevo en casa, protegida y a salvo, desplaneando planes de baile, descitando citas, desencontrando encuentros, deshaciendo palabras que no salieron de mi boca. Cualquier rincón de la calle puede ser enemigo. 

Y entonces se debate la lucha por reprimir los afectos rotos: pierden los ojos que arden  conteniendo lamentos, le siguen  los pulmones y el hígado. 

No hay palabras, nunca las hubo, enmudecida de sentimientos, por no soltar lo único que fue real, lo que fue tuyo, porque  lo que sentiste fue verdadero,   como el cuento  al niño que girando página se da de bruces con el lobo de Caperucita.


domingo

Quién sabe qué?


Entre el dolor y la nada, prefiero el dolor.



Hace frío allí fuera, la humedad lo envuelve todo. La cama que en verano vestía ligera muestra sus mejores  galas en forma de edredones pomposos y almohadas esponjosas, la tarde se confunde con la noche, la comida con la cena y los días se acortan dando paso a eternos crepúsculos llenos de nostalgia.


Fernando tiene prisa en conocernos, acepta que nuestros ritmos están descompasados pero me sugiere que, incapaz de controlar sus impulsos, sea yo quién lo pare. Hay un antes y un después tras una copa de vino y dos días de migraña, en la distancia las cosas se ven mucho más nítidas y no te dejas llevar por los instintos más primitivos.  Él lo ha notado en la frialdad de los mensajes, en lo escueto del saludo, en lo que tardo en contestar,...el interés no es recíproco, como no lo es la realidad y los sueños.

Hoy es un día de añoranza, hace  23 años que te fuiste y te recuerdo como si te hubiera visto ayer. A veces te imagino como padre de  los hijos que no tuviste, en lo feliz que sería mamá.  126  pasos para llegar a ti.

Parece que mi ahora  sigue siendo tu nunca, he olvidado el canto de la tuna y siento que vuelvo a celebrar la virginidad. No estoy lista para empezar otra vida. Las ganas se confunden con los miedos y no avanzo en un camino que se me antoja bonito solo contigo.


Hoy no, mañana...chi lo sá?


Levedad

Sucede que entre las desilusiones en ocasiones aparece un halo de placer, quizás por la satisfacción del triunfo al acertar que ibas a fracasar.



 El Martes fue día de cambios. Anulé una cita por ganas de estar sola pero el electricista vino a despedirse, por tercera vez. Me llenó el congelador de helados y el cuerpo de fluidos. Esta vez acertó en el adiós.

Y el miércoles volví a las noches de silencio, escuchar el ruido mental, a no esperar un whatssap, a dormir por horas, al mal despertar. Si pudiera elegir una fecha en mi pasado para hacer las cosas bien, tendría que volver a nacer. 

El jueves la apatía me sedujo, mi casa nunca había sido más hogar, pasé horas en ella, pensando en todo y  en  nada mientras la cama persistía sin hacer.

 El silencio es cruel, te confronta.

Sábado, casa en penumbra, la calle desierta de ruido, la lluvia resuena en los cristales, el café caliente reposa en mi taza preferida y la bandeja de dátiles está a mi alcance. Pareciera una estampa perfecta si no fuera por el silencio que con sonrisa malvada me escruta. Lo veo venir, simulo que lo ignoro pero es más inteligente que yo y, perspicaz, lanza la primera pregunta. Se acabó la paz mental. 

Hoy escucho llover, no hay reloj ni prisas, es domingo y hace frío, la gente duerme y yo, que no sé dormir,  echo de menos algo e ignoro qué es. Caminar bajo la lluvia es desestrasante, el paseo abandonado de peatones, la paz te envuelve y no quiero volver a casa.

 En vez de cerrarlas, voy abriendo heridas a medida que sumo pérdidas. Todo crecimiento es el vencimiento de una resistencia y yo parece que me resisto a crecer.




lunes

No hay Nosotros Sin Ti

Cuando cae la noche aparece el frio, ése que se cala en tu alma por falta de un cuerpo vecino. 
 

 
 



 Últimamente no consigo el punto de caliente exacto de la leche, pierdo las llaves de casa con facilidad y pospongo las cosas al último minuto. Ultimamente no sé decir que no cuando no me apetece, como sin hambre, duermo sin sueño y  mientras las galletas mojadas se funden en un café  demasiado caliente, escribo este post lleno de porqués pendientes de destripar.


Ya es oficial, el electricista ha elegido, han pesado más sus broncas que mis abrazos, ha escogido su lengua viperina antes que mis besos  reprimidos, ha preferido sus desplantes a mis presencias. Somos los dos cuerpos que visten almas heridas y buscamos ambos aquello que sigue provocándonos el daño que nos es tan amigo: él los reproches, yo los olvidos.
 
El trueque ha finalizado y en un acuerdo perfecto yo he conseguido abandonar un recuerdo y  él ha recuperado la fuente de su sufrimiento. Sin embargo, siento en mí la pérdida de algo que nunca fue mío.

Es nuevamente tiempo de reflexiones en las que evito sumergirme y mientras eludo reflexionar hago coladas de ropa limpia, compras que no caben en una nevera a rebosar y cafés con amigas lejanas para hablar de películas por estrenar.  Estoy repleta de sentimientos encontrados que  responden a una causa que no quiero  averiguar.
 
 
El electricista ha perdido,  merece más de lo que elige y yo, que tampoco gano  y pese a que nunca le di opción de ser suya,  no merezco que no me haya elegido.

martes

Decidir equivocarme

 



Si fuera rubia, de pechos voluminosos, de curvas insinuantes y me llamara Rebeccah...






Un viernes a las tres de la tarde podría dar por zanjada  mi semana  Hay vida en la calle y yo en casa metida en mi pijama. 

Me descalzo al llegar al umbral, directa al tocadiscos y dejo sonar a Ravel que, con ayuda del incienso convierto mi hogar en un templo. Me despojo de todo ropaje que me hace aparentar ser quien no soy mientras rememoro los hechos sobrevenidos, días de asumir cosas molestas, de dormir poco, de adquirir nuevas estrategias, de comer mal, de borrar viejas  metas,  de follar sin amar... 

Semana larga de un  verano eterno que, si miro hacia atrás, me parece muy lejano. Cúspide de un año que prometiendo sueños ofreció desilusiones.

Y juro en este instante, prelufio de fin de semana,  bajarme del tren en la estación del olvido, donde ya no guardo rencor y apagada mi hambre de venganza decido recobrar la estima que me queda. Con los rescoldos de dignidad reconstruiré una fortaleza de cimientos de soledad y calma.

Pero el sábado,  cuando me reclamas, la niña que hay en mí sedienta de compañía, se funde contigo en noches de pasión y madrugadas de remordimiento.

Y de retorno, el lunes, a la rutina de fingir que comienza una nueva semana repleta de oportunidades para tomar buenas decisiones.


jueves

Y comieron perdices

 Nuestras vidas se definen por las oportunidades, incluso las que perdemos.





 He vuelto a las noches de insomnio, a contarme historias para  dormir, a saltar en charcos de barro, a soñar despierta, a escuchar podcast que prometen soluciones fáciles a dudas complicadas, a la leche caliente con galletas como las que mi madre preparaba, a mirar nada largas horas por la ventana, a escuchar los gritos de desahogo del silencio, a pintar círculos perfectos en el aire, a contar los pasos que, sin moverme del sofá, me llevarán hasta la cama. A tararear a Sabina, a  releer libros leídos, a escribir sin ganas, a los helados de Otoño,  a las películas en blanco y negro, a la manta en el sofá, a fingir que no estoy en casa. 

He vuelto a buscarme en el espejo, a decirme en voz alta lo que pienso en voz baja, a llorar en soledad, a  comer sin cuchara,  a dormir en pijama, a despertarme sin alarma, a reír en privado, a los ayeres rotos, a gritar con la boca cerrada, a los calcentines de andar por casa, a darlo todo a cambio de nada.

He vuelto a concederme un capricho, a comer carne roja, a esperarte mañana, a no mirar el reloj, a beber sin sed, a pintarme las uñas, a prometerme fidelidad, a jugar a las cartas, a bailar salsa por bachata, a buscarte en ninguna parte,  a confiar en mis instintos, al pan con nutela, a confundir hogar con casa,...en definitiva: a burlar la desesperanza.

 

martes

Vértigo

 

 

"El vértigo significa que la profundidad que se abre ante nosotros nos atrae, nos seduce, despierta en nosotros el deseo de caer, del cual nos defendemos espantados"


 

   Martes de sexo y marisco. El preludio augura una noche existosa, sin embargo, la velada culmina a medianoche y cual Cenicienta, mi entusiasmo cambia de expresión.  

    El vacio del coito sin compromiso, antesala del desamparo, se abre a la soledad que, seductora, te cautiva progresivamente y a medida que te acostumbras a ella con  mayor fuerza la eliges  de compañera. 

   En las noches, se repite mientras duermo la sensación de caída libre y provoca despertares que desembocan en días cansados y decisiones equivocadas.

    Y entre que los padastros se curan, los recuerdos  disipándose, que ya no distingo el azul de tus ojos y sin labios que quiera morder... la vida pasa ante  mi estrenada indiferencia.

  Al aislamiento sucumbes de manera imperceptible, empieza a manifestarse cuando el ruido de los demás te resulta molesto, no quieres responder a la llamada telefónica de un conocido ni hacer planes de viernes con tus amigas célibes.

  Entonces, la caída es inminente. Marian me anima: éste sí. pero yo sé que tampoco. Y en fila india y como moscas en el café, los demás esperan su descarte.

   En la calma después de la tormenta persiste el cartel de No disponible. Y brindamos  por esta noche efímera que me dejará tan llena de ti como vacía de esperanza. 

 






sábado

Sin Título

 

Me abstraigo con facilidad y me disperso dentro del vacío existencial que me rodea, mis sentimientos no me pertenecen. como si todo lo vivido, lo experimentado  y lo sentido hubiera sido una farsa.

 

 

 

La vela se consume, el olor a  cera quemada invade la estancia y en su último suspiro parece que la llama lucha por no apagarse. Llevo tres días cenando sobras, pasta carbonizada o pizza recalentada en un intento de autoflagelarme por tanta ingenuidad.

Me irrumpe el deseo de romper las reglas del juicio y recuerdo a Toni sugiriendo que las mujeres siempre tenemos hombres en la agenda dispuestos a complacernos, tú también lo sospechabas y lo cierto es  que yo solo tengo amigos con los que no me apetecería desayunar a la  mañana siguiente. Me asalta la imagen  del electricista metiendo su mano helada  entre mis muslos  buscando calor y descarto la evocación  recordándome que solo  seremos, el uno para el otro, la segunda opción.

28ºC, 78% de humedad y los chemtrails disipando la lluvia.

En un acto de  insensatez me he despintado las uñas y para volver  a comerme los padastros hasta que las pieles sucumban a la hipodermis y duelan más las yemas que los recuerdos.


 

"Everything  happens to me" canta Sinatra en el tocadiscos. Lucky you!