jueves

Cronómetros a Cero

 

La  vida es demasiado corta como para sostener cargas ajenas pero  demasiado larga para no perseguir los pequeños fulgores que encienden el corazón.

 

                 

El aire es una gelatina tibia, densa e inamovible, como si el tiempo mismo se hubiera quedado pegado a los muebles.   Sentada en el sillón de terciopelo gastado,  el aburrimiento no es una ausencia, sino una presencia palpable.

El desgarro de la incertidumbre anclada,  la necesidad de un grito y la incapacidad de mover un músculo . Un momento me asalta una paz lánguida, al siguiente, un terror punzante, el terror de que esto fuera todo. Mis ojos vagan por el polvoriento rayo de sol que entra por la ventana buscando la esperanza como cuando un  naúfrago visualiza un barco en el horizonte.

El amor se me antoja ahora como una promesa fallida, un eco lejano que no llega a llenar la pesada quietud de la tarde. En esa densidad, solo quedo yo, flotando, destructible y atrapada  entre el querer y el permitir.

Cuando no quedan crónicas que reescribir solo queda el eco de los finales olvidados.

                                                                                                                                                                    

 

 

2 comentarios:

  1. Creo que fiarlo todo al amor es un error generalizado contra el que deberían habernos inmunizado desde pequeños.
    En todos los futuros imaginables siempre está ese amor compartido que nos llevará al paraíso (una falacia de primer nivel).
    Puede que ese amor aparezca pero no suele ser extraordinario ni tampoco eterno.
    Cuando ese amor no llega o tras haber llegado empieza a difuminarse nos sentimos mal porque todo lo hemos apostado a eso, a estar felizmente acompañados hasta nuestro último y día y eso nos hace adictos a una droga que no existe.
    No hay consejo mágico, lo siento... pero si se pudiera desterrar del cerebro esa idea de amor salvador creo que iríamos mucho mejor.
    Por otra parte el aburrimiento empieza a aumentar de intensidad a medida que los estímulos de futuros espléndidos van desapareciendo a fuerza de estrellarnos contra la realidad.
    Si algo he aprendido a fuerza de hostias es el intentar aceptar que todo es un proceso y que lo que hay ahora no es ninguna desgracia, ni mala suerte, ni culpa de nadie... al menos en mi caso.
    Lo que hay ahora es lo que estaba previsto y dentro de esa aceptación busco la manera de hacer cosas que me gusten.... la verdad es que no hay muchas pero si dejo de buscarlas o de intentar encontrarlas entonces caeré en el peor de los pozos.

    Besos.

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  2. Siempre un placer leerte, cuando estás sarcástico o te pones filosófico (comentándome), hablas siempre desde el corazón y supongo que tras una trayectoria en la vida que, ya sabes, me es muy complicado datar. Comparto tu pensamiento. Yo soy feliz y estoy muy tranquila, cada vez doy más valor a las amistades y a la família que al hecho de tener una pareja, que es un "ideal" que cada vez me parece menos idílico.
    Restemos necesidades, sumemos experiencias. Un beso.

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