jueves

A doscientos diecisiete pasos

 


Siguen sin salirme las palabras que querría que escucharas y las sinrazones continúan nublando mi sentido. 


No consigo encontrar entre los sentimientos perdidos, los motivos. 

Y me bato, en lucha constante contra mis principios para conservar la poca calma que mis entrañas no han perdido.  

Un grito de desahogo entre el silencio, al que me tienes sumida desde tu olvido. 


Sabes bien que la penitencia sin culpa es el peor de los castigos. 

Envejezco, mientras tus ojos no me miran y pierdo el oremus y no encuentro mi sino entre tanto espacio que has dejado entre tu destino y el mío.

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