martes

Decidir equivocarme

 



Si fuera rubia, de pechos voluminosos, de curvas insinuantes y me llamara Rebeccah...






Un viernes a las tres de la tarde podría dar por zanjada  mi semana  Hay vida en la calle y yo en casa metida en mi pijama. 

Me descalzo al llegar al umbral, directa al tocadiscos y dejo sonar a Ravel que, con ayuda del incienso convierto mi hogar en un templo. Me despojo de todo ropaje que me hace aparentar ser quien no soy mientras rememoro los hechos sobrevenidos, días de asumir cosas molestas, de dormir poco, de adquirir nuevas estrategias, de comer mal, de borrar viejas  metas,  de follar sin amar... 

Semana larga de un  verano eterno que, si miro hacia atrás, me parece muy lejano. Cúspide de un año que prometiendo sueños ofreció desilusiones.

Y juro en este instante, prelufio de fin de semana,  bajarme del tren en la estación del olvido, donde ya no guardo rencor y apagada mi hambre de venganza decido recobrar la estima que me queda. Con los rescoldos de dignidad reconstruiré una fortaleza de cimientos de soledad y calma.

Pero el sábado,  cuando me reclamas, la niña que hay en mí sedienta de compañía, se funde contigo en noches de pasión y madrugadas de remordimiento.

Y de retorno, el lunes, a la rutina de fingir que comienza una nueva semana repleta de oportunidades para tomar buenas decisiones.


jueves

Y comieron perdices

 Nuestras vidas se definen por las oportunidades, incluso las que perdemos.





 He vuelto a las noches de insomnio, a contarme historias para  dormir, a saltar en charcos de barro, a soñar despierta, a escuchar podcast que prometen soluciones fáciles a dudas complicadas, a la leche caliente con galletas como las que mi madre preparaba, a mirar nada largas horas por la ventana, a escuchar los gritos de desahogo del silencio, a pintar círculos perfectos en el aire, a contar los pasos que, sin moverme del sofá, me llevarán hasta la cama. A tararear a Sabina, a  releer libros leídos, a escribir sin ganas, a los helados de Otoño,  a las películas en blanco y negro, a la manta en el sofá, a fingir que no estoy en casa. 

He vuelto a buscarme en el espejo, a decirme en voz alta lo que pienso en voz baja, a llorar en soledad, a  comer sin cuchara,  a dormir en pijama, a despertarme sin alarma, a reír en privado, a los ayeres rotos, a gritar con la boca cerrada, a los calcentines de andar por casa, a darlo todo a cambio de nada.

He vuelto a concederme un capricho, a comer carne roja, a esperarte mañana, a no mirar el reloj, a beber sin sed, a pintarme las uñas, a prometerme fidelidad, a jugar a las cartas, a bailar salsa por bachata, a buscarte en ninguna parte,  a confiar en mis instintos, al pan con nutela, a confundir hogar con casa,...en definitiva: a burlar la desesperanza.

 

martes

Vértigo

 

 

"El vértigo significa que la profundidad que se abre ante nosotros nos atrae, nos seduce, despierta en nosotros el deseo de caer, del cual nos defendemos espantados"


 

   Martes de sexo y marisco. El preludio augura una noche existosa, sin embargo, la velada culmina a medianoche y cual Cenicienta, mi entusiasmo cambia de expresión.  

    El vacio del coito sin compromiso, antesala del desamparo, se abre a la soledad que, seductora, te cautiva progresivamente y a medida que te acostumbras a ella con  mayor fuerza la eliges  de compañera. 

   En las noches, se repite mientras duermo la sensación de caída libre y provoca despertares que desembocan en días cansados y decisiones equivocadas.

    Y entre que los padastros se curan, los recuerdos  disipándose, que ya no distingo el azul de tus ojos y sin labios que quiera morder... la vida pasa ante  mi estrenada indiferencia.

  Al aislamiento sucumbes de manera imperceptible, empieza a manifestarse cuando el ruido de los demás te resulta molesto, no quieres responder a la llamada telefónica de un conocido ni hacer planes de viernes con tus amigas célibes.

  Entonces, la caída es inminente. Marian me anima: éste sí. pero yo sé que tampoco. Y en fila india y como moscas en el café, los demás esperan su descarte.

   En la calma después de la tormenta persiste el cartel de No disponible. Y brindamos  por esta noche efímera que me dejará tan llena de ti como vacía de esperanza. 

 






sábado

Sin Título

 

Me abstraigo con facilidad y me disperso dentro del vacío existencial que me rodea, mis sentimientos no me pertenecen. como si todo lo vivido, lo experimentado  y lo sentido hubiera sido una farsa.

 

 

 

La vela se consume, el olor a  cera quemada invade la estancia y en su último suspiro parece que la llama lucha por no apagarse. Llevo tres días cenando sobras, pasta carbonizada o pizza recalentada en un intento de autoflagelarme por tanta ingenuidad.

Me irrumpe el deseo de romper las reglas del juicio y recuerdo a Toni sugiriendo que las mujeres siempre tenemos hombres en la agenda dispuestos a complacernos, tú también lo sospechabas y lo cierto es  que yo solo tengo amigos con los que no me apetecería desayunar a la  mañana siguiente. Me asalta la imagen  del electricista metiendo su mano helada  entre mis muslos  buscando calor y descarto la evocación  recordándome que solo  seremos, el uno para el otro, la segunda opción.

28ºC, 78% de humedad y los chemtrails disipando la lluvia.

En un acto de  insensatez me he despintado las uñas y para volver  a comerme los padastros hasta que las pieles sucumban a la hipodermis y duelan más las yemas que los recuerdos.


 

"Everything  happens to me" canta Sinatra en el tocadiscos. Lucky you! 

 




 

 

 

 

 
 

jueves

Resiliencia

La mujer del cuadro me representa, si no ves una mujer quizás es porque la figura también te representa a ti.

                

 

Hacía tiempo que no disfrutaba  de una de mis pasiones: un café en una terraza y un libro como compañía,  "La insoportable levedad del Ser", tan apropiado en estos momentos como la lluvia que  nos burla.  El camarero ha recordado traerme canela en lugar de azúcar, he recobrado la confianza en la humanidad y me ha servido la taza tan caliente como el magma de un volcán. 

En ocasiones me invade una sensación de disociación, pareciera que  no fuera protagonista en mi propia vida, desconectada de mi yo, como si mis emociones me fueran ajenas y me convierto en  una mera expectadora de los días, que pasan fulminando las horas ante mi impávida presencia. 

Mientras divagaba entre las letras y aunque mis ojos permanecían inmersos en la lectura,  mi inconsciente era plenamente conocedor de la situación. 

En un ápice de segundo han pasado dos horas, el café ha enfriado y dos arrugas han aparecido en mi rostro. Ya no hay quién mantenga en vela mi cabeza, ni impulso de comprobar que no hay respuesta de whatssap que alimente mis ilusiones.

Soy la sombra de la abulia, la guionista  amnésica que divaga en búsqueda constante, olvidando que perdió el cuaderno borrador  de su ópera prima.



 

martes

De elecciones

Ahora que finaliza el verano, el otoño se ha convertido en mi estación preferida.



 
 
 
 
La vida es como un juego de cartas, elegir la mano que quieres jugar es dificil, si es entre dos opciones la cosa se complica. 
 
Sin darme cuenta yo no quise ser la elegida, nunca, por nadie, que te escogieran de pequeña, en una familia de cuatro hijos, implicaba excluir a tu competencia, casi siempre un hermano,  cuyo rechazo dolía más que el descarte propio,  y posteriormente, la presión de mantener la pole position o  vivir con la creencia que has podido ser un error  de elección suponía una presión tan alta que mi autoexigencia no era capaz de soportar.
 

El electricista no me elige, me confiesa que no se queda a pasar la noche conmigo por miedo a enamorarse, le gusta desaparecer cuando estoy dormida y yo, que tampoco le elijo, finjo que lo estoy por miedo a que suceda.


Parece que a día de hoy sigo sin querer ser "elegida" quizás porque a mí me cuesta quedarme solo con una opción de todas las que se barajan o puede que mi lealtad no permita comprometerme a estar "ambos" o "siempre" en las mismas condiciones o tal vez, no consiento que me elijan porque prefiero ser el crupier de la partida de mi vida.




sábado

Alter Ego

 

 

Un tenor rompe el ruido de coches que conducen calle abajo. Su eco se oye lejano pero a media tarde, si permaneces en silencio, puedes escuchar perfectamente las letras de su cantar.  Un ária es la nota discordante en un barrio  cada vez más empobrecido.







El zaragozano me dice que le gusta la mujer contradictoria de mi blog, tan romántica como pasional. Me busca entre las fotografías, le advierto que alguna me corresponde pero no acierta. Ignora dónde empieza lo real y dónde termina lo imaginario. También a mí me cuesta a veces discernir lo uno de lo otro.

Suelo escribir de madrugada, le explico, con un café caliente en la mano, saciada de una noche de sexo a pilas y sin proyecto de futuro en un sábado que se me antojaría solitario.  Esta jornada, sin embargo, estará plagada de planes comprometidos. 

Son las seis de la mañana y abajo interrumpe el sosiego el electricista, aparcando su moto, me trae croissantes para el desayuno a cambio de un orgasmo matutino y la promesa de no volver a introducirnos nada en pro de nuestra amistad recién avenida. 

Y a pesar de todo, sigo impasible, no reconozco su olor como propio, ni me apetece fundirme en su boca.

Soy la que no se elige, la que no se queda porque nada existe, nada duele, todo pasa y mis horas tan muertas como mis entrañas. restarán frente a Netflix un sábado por la noche o quizás, soy aquella que todo lo consigue y si no te tuve...es porque no te quise lo suficiente.


 



lunes

Una piedra a los treinta pasos...

 


La falta de interés mata las relaciones, el exceso también.



  Septiembre ha llegado sin disimulo, provocando un cambio de aire y energía que se siente en el ambiente. Viene a llevarse todo lo viejo, a borrar recuerdos que rebeldes rechazan ser olvidados: una palabra, un gesto, tu sonrisa,...

 De niña jugaba a las negociaciones con el destino, de mujer las reglas del juego han cambiado y sustituyo los pactos por súplicas.

Finaliza el verano, echando de un portazo mis esperanzas. Sin embargo, cerrar el círculo ya no me resulta tan dificil, el  tiempo, que parecía enemigo cuando sumaban segundos sin saber de ti, es ahora mi aliado y estoy a dos días de implorar sexo por compasión.

En la distancia se disipan tus culpas y se desvanecen mis errores, te he liberado y a mí contigo. 


Hay muchas piedras en el camino, algunas de ellas tan bonitas que piensas que deberían viajar contigo pero no debes encariñarte con ellas, son solo rocas que te enseñan a fijarte bien en el siguiente paso, el que te acerca al objetivo. 

 

 



jueves

Talco de despedida

De niñas aprendemos a fingir un poco antes de lo que los niños empiezan a decir mentiras. Y mantenemos esa ventaja desde entonces.

 

  

  Estoy coleccionando piedras que sustituyen. La de hoy reemplaza mis ganas de ti.

 

 El electricista ya sabe, no soy mujer para él, nunca lo fui y nunca lo podré ser. Nos usamos mutuamente pese a que él ahora no recuerda porqué. Cuando se acerca le descarto sutilmente como  se apartan en las frutas  las semillas de la pulpa,  con tanta delicadeza, sin romper..., para que en el desconcierto no se percate de si el alejamiento ha sido una elección propia o ajena.

 Del trato, que le parecía favorable...ahora se siente perdedor. Nunca nos prometimos amor, el suyo pendía de un hilo, el mío unidireccional hacia el sentido opuesto a su trayectoria. 

 Jamás habría querido ser la mujer que  se refleja en el espejo cuando me miro, la fémina impasible, la que no siente ni padece,  te llevaste la parte bonita de mí contigo y me dejaste con grises y sombras en las que no me  reconozco ni de las que me puedo recuperar.  

 El tiempo cura el desamor, se refleja no  cuando dejan de caer lágrimas de los ojos sino mucho después, cuando te liberas de la losa que oprime el pecho y puedes sentir que los ventrículos vuelven a bombear las entrañas.  Mis ojos ya restan secos, sin embargo, el corazón, de momento, sigue tan imperturbable como tus silencios.

 Sabina me recuerda que no fui la primera, ni tampoco la última, que solo estuve sin ser, como la hija segunda de un padre que anhela un varón.

 Acomodada en el sofá, huelo un libro nuevo, a uno que está por abrir, que me lleve a una nueva historia que se aleje tanto de la mía que me devuelva las ganas de volver a ser quien fui.