"El vértigo significa que la profundidad que se abre ante nosotros nos atrae, nos seduce, despierta en nosotros el deseo de caer, del cual nos defendemos espantados"
Martes de sexo y marisco. El preludio augura una noche existosa, sin embargo, la velada culmina a medianoche y cual Cenicienta, mi entusiasmo cambia de expresión.
El vacio del coito sin compromiso, antesala del desamparo, se abre a la soledad que, seductora, te cautiva progresivamente y a medida que te acostumbras a ella con mayor fuerza la eliges de compañera.
En las noches, se repite mientras duermo la sensación de caída libre y provoca despertares que desembocan en días cansados y decisiones equivocadas.
Y entre que los padastros se curan, los recuerdos disipándose, que ya no distingo el azul de tus ojos y sin labios que quiera morder... la vida pasa ante mi estrenada indiferencia.
Al aislamiento sucumbes de manera imperceptible, empieza a manifestarse cuando el ruido de los demás te resulta molesto, no quieres responder a la llamada telefónica de un conocido ni hacer planes de viernes con tus amigas célibes.
Entonces, la caída es inminente. Marian me anima: éste sí. pero yo sé que tampoco. Y en fila india y como moscas en el café, los demás esperan su descarte.
En la calma después de la tormenta persiste el cartel de No disponible. Y brindamos por esta noche efímera que me deja tan llena de ti como vacía de esperanza.
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