jueves

Y comieron perdices

 Nuestras vidas se definen por las oportunidades, incluso las que perdemos.





 He vuelto a las noches de insomnio, a contarme historias para  dormir, a saltar en charcos de barro, a soñar despierta, a escuchar podcast que prometen soluciones fáciles a dudas complicadas, a la leche caliente con galletas como las que mi madre preparaba, a mirar nada largas horas por la ventana, a escuchar los gritos de desahogo del silencio, a pintar círculos perfectos en el aire, a contar los pasos que, sin moverme del sofá, me llevarán hasta la cama. A tararear a Sabina, a  releer libros leídos, a escribir sin ganas, a los helados de Otoño,  a las películas en blanco y negro, a la manta en el sofá, a fingir que no estoy en casa. 

He vuelto a buscarme en el espejo, a decirme en voz alta lo que pienso en voz baja, a llorar en soledad, a  comer sin cuchara,  a dormir en pijama, a despertarme sin alarma, a reír en privado, a los ayeres rotos, a gritar con la boca cerrada, a los calcentines de andar por casa, a darlo todo a cambio de nada.

He vuelto a concederme un capricho, a comer carne roja, a esperarte mañana, a no mirar el reloj, a beber sin sed, a pintarme las uñas, a prometerme fidelidad, a jugar a las cartas, a bailar salsa por bachata, a buscarte en ninguna parte,  a confiar en mis instintos, al pan con nutela, a confundir hogar con casa,...en definitiva: a burlar la desesperanza.

 

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