Ahora que finaliza el verano, el otoño se ha convertido en mi estación preferida.
La vida es como un juego de cartas, elegir la mano que quieres jugar es dificil, si es entre dos opciones la cosa se complica.
Sin darme cuenta yo no quise ser la elegida, nunca, por nadie, que te escogieran de pequeña, en una familia de cuatro hijos, implicaba excluir a tu competencia, casi siempre un hermano, cuyo rechazo dolía más que el descarte propio, y posteriormente, la presión de mantener la pole position o vivir con la creencia que has podido ser un error de elección suponía una presión tan alta que mi autoexigencia no era capaz de soportar.
Sin darme cuenta yo no quise ser la elegida, nunca, por nadie, que te escogieran de pequeña, en una familia de cuatro hijos, implicaba excluir a tu competencia, casi siempre un hermano, cuyo rechazo dolía más que el descarte propio, y posteriormente, la presión de mantener la pole position o vivir con la creencia que has podido ser un error de elección suponía una presión tan alta que mi autoexigencia no era capaz de soportar.
El electricista no me elige, me confiesa que no se queda a pasar la noche conmigo por miedo a enamorarse, le gusta desaparecer cuando estoy dormida y yo, que tampoco le elijo, finjo que lo estoy por miedo a que suceda.
Parece que a día de hoy sigo sin querer ser "elegida" quizás porque a mí me cuesta quedarme solo con una opción de todas las que se barajan o puede que mi lealtad no permita comprometerme a estar "ambos" o "siempre" en las mismas condiciones o tal vez, no consiento que me elijan porque prefiero ser el crupier de la partida de mi vida.
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