No sueñes demasiado, puede convertirse en realidad.
Todo llega, no tengas prisa, no vaya a ser que no te pille preparada
Tarde o temprano tenía que pasar. Un jueves cualquiera. A pesar de evitarlo con todas mis entrañas, pese a los intentos frustrados de alejamiento, a la lucha contra un recuerdo al que me niego a olvidar. Pero tenía que pasar. Billete en mano y una cita, a las 10h, como en el muelle de San Blas pero en esta ocasión, el encuentro reemplazará a la despedida.
La primera vez que escuché su voz, me invadió un halo de tranquilidad y a un avión de camino no habría posibilidad de dibujar un futuro cercano en el cuaderno de las ilusiones, era la distancia perfecta para poder controlar sus ganas y mi cobardía.
Pero no hay lejanía cuando uno no quiere que la haya y desde el primer momento estuvo dispuesto a restar kilómetros y sumar certezas . La realidad se interpuso ante mi confianza cuando uno de sus mensajes me anunció que " 10 días de conversación bien valen un café.", aunque tenga un mar que cruzar, aunque tenga que luchar contra mis tempos que avanzan a cámara tan lenta que parecen haberse detenido.
Erudito en esquivar miedos, los capea mejor de los que yo los sé lanzar. Si yo no puedo, su templanza me reconforta. Su convicción proporciona la seguridad necesaria que require un niño cuando se suelta de la mano de su madre al dar el primer paso.
En ninguna de nuestras confesiones nocturas le hablé de ti, no sabría qué decir de alguien con el que nunca hubo un nosotros más allá de mis esperanzas.
Mis relatos contigo aquí terminan, mi historia con él tiene que empezar.
Sabes que vas por tu camino cuando sientes agilidad, no hay atisbo de mariposas por ansiedad, como la calma que acaricia el mar después de la tormenta o el desahogo que sientes al llegar a casa después de un arduo día fuera de ella.
A dos días en el horizonte de los sueños: el boceto de un nuevo hogar, aunque todavía no esté muy segura de que en él quiera entrar.