lunes

Caída al vacío

 Cuando un aparato deja de funcionar correctamente hay que  resetear.










 

Las aspas del ventilador dibujan una circunferencia, la brisa y el zumbido que emanan conducen a la introspección y en el eco de mis pensamientos resuena tu nombre.

Las culpas se acumulan como granos de arena en la playa y entre tanta tempestad no hay oleaje que las deshaga, solo las desordena.

La semana amanezaba calma pero a partir del miércoles dio un cambio sustancial que me mantuvo en tensión dentro de la montaña rusa emocional a la que ya estaba deshabituada.

La ola de calor no ayuda a mantener los nervios en reposo y sigo abusando del café buscando una intranquilidad externa que  batalle  con la inquietud que me es inherente.

Soy la misma mujer que conociste, la que te dio tantas oportunidades como límites franqueaste. Pero aprendida la lección que quisiste aplicarme ya no quiero volver al sitio del que me costó tanto escapar y, sin embargo, al alcance de cualquiera, me niego a abandonarte.

Si consigues mantener el peso de la taza sobre la mano, inmóvil, al breve espacio de tiempo tu brazo  dejará de tener la fuerza suficiente que requiere para sujetarla. Lo mismo le pasa a mi ilusión, ya no hay espacio para  resignación que lleve tu nombre.

Pensar agota como cansa correr en círculos tras la incertidumbre. Echo de menos la claridad, la seguridad  del bienestar que nunca supiste darrme. Mi responsabilidad terminó mucho antes de que empezara tu insensatez  y ahora soy yo la que reclamo confianza.

Aquí estoy, la que ya no espera, sin intención de dar un paso para acortar la distancia que nos separa y manteniendo la puerta abierta, lista para echarte, para que no te quedes sin motivos para volver a marcharte.

 

 

 

 

 

 

 

 

viernes

Adaptación al Cambio

 Decepción y culpa a partes iguales 

 







Alcúdia, 9 am de la mañana.

El Sol asomaba tímido y acariciaba mi piel en la única hora que puedes disfrutar de su presencia en  Agosto. 

Le esperé con toda la desilusión y miedo que mis huesos fueron capaz de sostener. En ese momento habría parado el reloj de la vida para no enfrentarme a mis certezas.

Me atormentaba la cabeza con un qué esperar  cuando ya sabes la respuesta, cuando te resistes a reconocer que estás malgastando el tiempo. El propio y el de los demás. Mis sacrificios tuvieron que sumar para igualarme a sus esperanzas, de tal manera que pesaron más mis culpas que sus anhelos. Preludio de un relato tan anacrónico que perfectamente podría haber escrito yo.

Siempre pensé que sabía adaptarme a la realidad y la imagen que me devuelve el espejo es una mujer de costumbres que  se encariña  con las cosas que le son familiares:  la taza del café de las mañanas, el móvil que almacena los recuerdos que no se pueden plasmar en una fotografía. Soy la que siempre elige los mismos  menús en la carta por miedo a arrepentirse después, la que  se resiste a cambiar de marca de detergente por no arriesgar a equivocarse. Fiel a lo absurdo,  la soltera que se casó con el  olor que emite tu piel en mi cama. 

El encabezamiento no augura una buena historia de amor. La fábula que nunca fue, la que existió solo en tu cabeza, dejó un día de conversaciones largas y sonrisas cómplices. Confiesas que intentaste tocarme la mano y a escasos centímetros de ti, mis garras desaparecieron de tu alcance.

La despedida para mí fue un "adiós",  para ti un "hasta pronto". Hoy tú entiendes el abrazo perenne y los ojos humedecidos. Hoy yo entiendo  que sigo  indisponible.

Encerradme,  pues soy la cruel que va destrozando corazones  ajenos intentando arreglar el propio.





martes

Tiempo contra tempo

No sueñes demasiado, puede convertirse en realidad.

 

 




Todo llega, no tengas prisa,  no vaya a ser que no te pille preparada 

Tarde o temprano tenía que pasar. Un jueves cualquiera. A pesar de evitarlo con todas mis entrañas, pese a los intentos frustrados de alejamiento, a la lucha contra un recuerdo al que me niego a olvidar. Pero tenía que pasar. Billete en mano y una cita, a las 10h, como en el muelle de San Blas pero en esta ocasión, el encuentro  reemplazará a la despedida.

La primera vez que escuché su voz, me invadió un halo de tranquilidad y  a un avión de camino no habría posibilidad de dibujar un futuro cercano en el cuaderno de las ilusiones, era la distancia perfecta para poder controlar sus ganas y mi cobardía.

Pero no hay lejanía cuando uno no quiere que la haya y desde el primer momento estuvo dispuesto a restar kilómetros y sumar certezas . La realidad se interpuso  ante mi confianza cuando uno de sus  mensajes me anunció que  " 10 días de conversación bien valen un café.",  aunque tenga un mar que cruzar, aunque tenga que luchar contra mis tempos que avanzan a cámara tan lenta que parecen haberse detenido. 

Erudito en esquivar miedos, los capea mejor de los que yo los sé lanzar. Si yo no puedo, su templanza  me reconforta. Su convicción proporciona la seguridad necesaria que require un niño cuando se suelta de la mano de su madre al dar el primer paso. 

En ninguna de nuestras confesiones nocturas  le hablé de ti, no sabría qué decir de alguien con el que nunca hubo un nosotros más allá de mis esperanzas. 

Mis relatos contigo aquí terminan, mi historia con él tiene que empezar. 

Sabes que vas por tu camino  cuando sientes  agilidad, no hay atisbo de mariposas por ansiedad, como la  calma que acaricia el mar después de la tormenta o el desahogo que  sientes al llegar  a casa después de un arduo día fuera de ella.

 

A dos días en el horizonte  de los sueños: el boceto de un nuevo hogar, aunque todavía no esté muy segura de que en él  quiera entrar. 

 

viernes

Remitente erróneo

La decepción profunda te abre los ojos pero te nubla el alma.

 


 

 

He recibido flores, sin tarjeta, sin remitente, no sé quién las envía solo sé que no has sido tú. No estoy por adivinanzas, ni ganas de agradecer a quien quiera sentirse merecedor de reconocimiento. No miento cuando digo que nadie ocupa espacio en mi mente y no siento que deba aceptar ofrendas ni amparo receptor de esperanzas.

Entre café y café, un reclamo que aparece como si viviera a la vuelta de la esquina. Insiste en pagar, como la última vez, como todas las veces  y a mí, que no me gusta sentirme en deuda, la culpa me eriza las tripas.

Tras el primer sorbo al líquido, noto su mirada en mi lengua siguiendo el recorrido por mis labios y se aprecia una sonrisa muy frágil en sus comisuras. Mientras intentamos recuperar la cordura yo me pregunto  si a lo que él siente voy a poder ser recíproca algún día . Y tropiezo en una batalla interna  entre el corazón y el cerebro, entre un "inténtalo" y el "no quiero". 

La despedida es cortés, como lo ha sido la conversación: fácil y amena, tan distinta a la que tenía contigo,  como la charla con aquel que no merita. Lo sé bien. Estas cosas el corazón también las sabe, pese a que la cabeza pretende  engañarnos a  ambos, a él por débil a mí, por complaciente.

Mi rutinaria mesa de despacho, vestida hoy con flores rojas,  vibra bajo un mensaje predecible al móvil, leerlo lo confirma, sólo siento un pálpito en mis entrañas de que algo no estoy haciendo bien.  Acorralada entre una cena que no me apetece  aceptar y un rechazo que no quiero confesar...  desaparecer me resulta la mejor de las opciones.

Injusto no poder tomar un café sin paz, injusto no poder hacer la guerra contigo.

Las flores restan en mi mesa. Algún día se marchitarán como se amustian los sentimientos que no cultivas y entonces, quizás entonces,  llegue  otro ramo cuyo remitente no requiera ser  manifiesto y al que  mi dignidad no consiga rechazar.




 

martes

Desconcierto

 La jaqueca sigue atormentándome en pro de un verano tan contradictorio como tu comportamiento.

 

 




 

 La falta de interés es  desconcertante, hiela,  como este gélido mes  de Julio, no consigo abrigar mis carnes tremolosas cubiertas con vestidos primaverales y chaqueta de otoño 

 El frío entra por los pies y se cala en la espina dorsal, congelando el sitio exacto  donde tus defectos me parecían virtudes. 

Entre mis pérdidas, tus livianos recuerdos,  intento omitir también las promesas incumplidas. No hay olvido si no hay indulto y aquí ya no queda mucho por perdonar.

Volver a casa supone enfrentarme a mi niñez, al lugar donde los abrazos no existen. He creado mi propio hogar, lejos de la indiferencia y el menosprecio y me resisto a cruzar el umbral al pasado o a un futuro contigo que me lleve al mismo ayer, tan lejos del hoy.

 

Soy la dueña de las llaves y ya no hay con quién quiera compartirlas. 

 

 



 

Culpa y betún

No hay explicación que pueda saciarme, no hay rendición sin dolor






Al final entendí que lo que más me dolía era haberme equivocado. Me resistía a rendirme como me rebelaba, de pequeña, a abandonar en la playa  el castillo de arena que con tanta ilusión construí un futuro prometedor.

Me he perdonado. Y a ti conmigo. He cambiado la fábula que engañaba mi cabeza por un relato caduco, en el que ambos salimos perdiendo, de un pasado pisado y por un futuro halagüeño y lleno de posibilidades.  

A la par hice las paces con Toni, le perdoné su arrogancia, vi en su soberbia el pozo de sus carencias, las mías y  las tuyas. Mientras él fantaseaba con los pezones rosados de las chicas de la mesa contigua  a la nuestra, yo me perdía en mis pensamientos, fingiéndome atenta a su discurso, ridículo y grotesco a partes iguales. Y os libero de la carga de mi apego herido, no os pertenece,  me reclamo  y recupero de tus devaluaciones, al final fuiste tú el insuficiente para mí.

Ya no quedan rescoldos de odio. Tus presuntas mentiras se quedan contigo, en tu conciencia. Comprendo al niño herido que reside en tus tripas, aquel al que tampoco permitieron jugar con su castillo y, sin protesta, complació a su progenitor.

Y bailaré con el dolor hasta que el cansancio le haga parar. Aunque ya no haya música que suene ni bailarín que me acompañe. Cuesta,  como cuestan las cosas que quieres hacer bien,  cuesta,  como cuestan las cosas que  importan.


Me niego a formar parte de esta frivolidad, a las mentiras y secretos, al bótox contra arrugas de expresión,  a la satisfacción vacía e inmediata, a la recompensa por frustración, a las fotos posadas, al miedo al compromiso y al pavor a no destacar en un mundo de vaginas retocadas y  de bustos de pega que imitan la perfección. 

Y seguiré creyendo en el romanticismo, como fósforo superviviente de una caja de cerillas que siempre estuvo a medio terminar.

Encajo como un  poeta en tiempos modernos, no tengo miedo al abandono, no temo al dolor, soy valiente y  tú no estás a la altura de mis pensamientos.





domingo

Desayuno Sin Diamantes

 "Un hombre roto te castigará por amarlo"




He sufrido una noche larga, sobrepasada entre comas y despertares, entre  calor y  frío, entre sueños y pesadillas. He amanecido tarde y resacosa, sin alcohol, sin fiesta y sin compañía.

Un desconocido me propone un plan que no me apetece hacer con él, solo contigo. Y al ritmo de Sabina le explico los motivos y razones por los que, mi padre, el hombre más feo del pueblo sedujo a mi madre, la más guapa. Por la causa opuesta, él, sin ser el más feo, a mí, sin ser la más guapa, no va a convencerme para que cruce el umbral de mi refugio.

Escribe como si nadie fuera a leerte pero algo me frena dentro y no me deja plasmar los porqués agudos que me afligen el pecho.

La soledad es apagar el teléfono para que no te contacten y a los tres días encenderlo y descubrir que nadie te ha contactado. 

Soy el alterego que siempre ha querido lo que tengo ahora. Levantarme tarde, comer mal, no dar explicaciones y peinarme solo si me apetece.

Éramos incompatibles, como el aceite lo es al agua,  yo tengo frío en verano, tú calor en invierno. Tus duchas templadas eran hielo en mi espalda. Te dolían mis besos masticados y no aguantó tu lomo mis afectuosos arañazos.

Lo sé todo. Lo presiento todo. Desconfiaste de tus ganas.

Siempre he querido lo que tengo ahora y tú has fastidiado mi sueño de ser libre.

viernes

Un día Perfecto en Ninguna Parte

 “He estado esperando a alguien como tú. Alguien que me desafíe. Como una buena chica.”

                   




  La casa ordenada es el preludio a la paz del alma. El palo santo camufla el  olor a marihuana del piso colindante al mío.  Los cambios en uno mismo empiezan en el hogar y persistente la idea de mudarme de residencia cada vez con mayor convicción, como si fuera ésa la solución al resquicio de tu recuerdo que permanece en mi memoria.

 La vida es como un café, algunos lo beben  caliente , otros con hielo, con más o menos cantidad de leche, en vaso o taza, con azúcar o sacarina y un sinfín de opciones que en mayor o menor medida disfrazan el sabor auténtico de la sustancia.  Yo le echo canela, que mi abuela decía que era  el remedio para los males y tú elegiste tomarlo sin mí.

"1 piano y 2031 velas" en estos momentos, como una manifestación,  aparece ante mí el mejor de los anuncios. Y planeo la cita con esmero detalle: no puedo olvidar la toalla, pañuelos ni  chaqueta, que  el piano cala en los huesos y desgarra las penas. Ruego, ilusa, para que la gala sea íntima, que  las velas no deslumbren mi introspección y que se pare el mundo al compás de las teclas.

El  solista no tiene miedo a la soledad, ésa que  hace que uno, en su cobardía, se aísle. A mí siempre se me dio bien esconderme,  huir y escabullirme de los conflictos para después ignorar  el pasado  y  fingir que ir hacia el futuro  es tan sencillo como fácil es pasar la página de un libro. 

 

Fin de semana, preámbulo de vacaciones, la gente es amable y el mundo sonríe. 

  

 

 

 

 

  

 

 

 

 

jueves

El tiempo...se acaba

 Para que los monstruos  no te vean hay que dejar de respirar

 




 Los músculos me recuerdan que ayer estrené nuevo gimnasio, más lejos de casa, más grande, más frío... menos íntimo, querría haber hecho una analogía al alma pero para frivolidades ya estabas tú en  nuestra relación. Aprobé el debut a la incomodidad  bajo el atento escrutinio de ojos curiosos, algunos sin vergúenza ni  disimulo.

Ya no ocupas la mitad de mis reflexiones, te alejas y no me resisto a olvidarte. He recuperado el rincón del que te apropiaste en mi cabeza que antaño dedicaba a  puzzles y  autodefinidos. Y ahora,en lugar de pods de gurús del desamor, son audiolibros los que me acompañan en mis largos paseos a ninguna parte. 

La laca de uñas me hace saber que  los días pasan y se lleva consigo los males y las penas. Hay que echar lo viejo para dejar entrar lo "nuevo" pero no hay puertas en mi morada que permitan su acceso. Me pierdo en mis pensamientos desordenados de las cosas que me quedan por hacer y las pocas ganas de hacerlo.

Planeo días libres llenos de tiempos, de espacios que se me antojan mantener desocupados, de playas y verbenas cuya imagen descarto de mi mente inapetente . Puedo hacer todo lo que quiero y deseo no hacer nada.

Un whatssap propone  un café, me sobran excusas para rehusarlo y me faltan ganas para responder. 

Voy a ver una peli, sin manta,  y comeré  helado con cuchara grande.

miércoles

Resistencia al cambio

 Vengo de  la infancia....de donde proceden todos los traumas

 




 La gente de mi alrededor se empecina en buscarme compañía en un afán de evitarme la clausura del celibato que celoso me acompaña. 

Nada no cambia si uno no cree que deba modificarse y  la soledad y yo nunca nos hemos llevado mal. No necesito nada que no tengo, ni quiero aquello que no me pertenece, ni tu lengua a compartir, ni tus manos que acarician senos que no son los míos.

Nada no cambia si uno no cree que  deba hacerlo y las mentiras salen de tu boca y golpean con fuerza  mi aliento

No elijo lo que previamente no me ha elegido  a mí  y, sin embargo, intento deshacerme del mutismo que me reclamó en propiedad en el momento impúber donde se crearon mis trastornos

Nada no cambias porque no crees que debas cambiar y sigues equivocándote cuando infieres tus miedos en mis torpezas y escudas tus errores en  recelos infundados,... el párvulo temeroso que habita en mí renace de tu desconfianza.

Soy aquella que te miraba a los ojos para que leyeras en ellos lo que mis labios no sabían pronunciar y ahora sé que no sabías leer  pupilas. 

Eres maestro en justificar yerros, infractor impune de castigos. Quizás si hubiera cometido los errores que me achacas ya habría sanado las heridas que tus inseguridades me causaron.

Y, como antaño, comeré piruletas hasta que sanen las llagas purulentas de la niña que reside en un rinconcito lejano de mis entrañas