Porque tu autoimagen no estaba al alcance de tus expectativas te soñaste otro tú, más rubio, más alto, más fuerte y ya no quisite despertar.
En ocasiones te echo de menos, como cuando el masajeador eléctrico de mi mesita dejó de funcionar. En un acto de inquina me precipité en tirarlo al contenedor de la basura y ahora, que no puedo recuperarte, no le encuentro sustituto que me convenza.
Podría ser el prefacio de mi vida.
Me cuesta encontrar lo que quiero. Busco y escudriño hasta dar con el azul perfecto que case con tus ojos, la textura adecuada que acaricie la yema de mis dedos o la sintonía ideal que me deporte a la estratosfera. Después, cuando palidece el color, se reseca la tela o la melodía me resulta demasiado familiar... los echo al cubo de basura emocional donde guardo todos los resquicios de una vida pasada completa de decepciones.
A veces me preguntan por ti, aquellas personas a las que les dije que te quería y en la distancia, que hace que las cosas se vean con mayor claridad, al cristalino me llega un recuerdo de mí esforzándome para que no me correspondieras.
El alejamiento pone las cosas en su sitio, hace que se reconozcan los errores, que me arrepienta de cada uno de ellos y, sin embargo, por aquello de no querer poder evitarlos, con total impunidad volvería a cometerlos.
Y doy vueltas, como un hámster en una noria, una y otra vez, escogiendo pedacitos perfectos que combinen con una vida que no quiero tener, quizás por lo bonito que es imaginar esa ilusión en mi cabeza y lo anodino que resulta vivirlo en el propio ser.
https://youtu.be/6EA-MIYY1bg?si=wAuvoz8wieosjAif
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Pasos