martes

Seis Grados de Separación

Perderme un concierto por  miedo a encontrarte






   La conversación, amenizada con vino, nos lleva a un trato del que no sé si bajo la sobriedad de mañana  me va  a parecer  beneficiosa. 

  La febrícula no cesa, inauguro a las puertas de Septiembre  el aire acondicionado de mi despacho al que, con tanto ímpetu, me opuse a usar en Julio. El calor  me hierve la dermis, mientras siento que el humo emana de mi cabeza. Me gusta creer que es el rescoldo de  tu energía saliendo de mi cuerpo.

 Estamos todos conectados. Yo creía estarlo contigo y resultó que fuiste fruto de mi imaginación, o más bien, de la tuya.

 Un  trueque frívolo. El electricista y yo nos fundimos en mi cama. Un encuentro pactado, a falta de pastillas para olvidar, ponemos tiritas en herida de arma, parches sentimentales que durarán lo que ocupe el encuentro. Me besa e imagina que soy ella y yo, besada,  finjo que él es una mejor versión de ti. Pero la fantasía se disipa cuando me estrecha en sus brazos con más cariño del que tú fuiste capaz de darme.  Y él, que sí sabe leer en mis ojos, recupera  el oremus previo a la copula pues acierta que no estamos, ninguno de los dos, convencidos de poder sostener la penitencia.

 En mi mesa los segundos pasan a cámara lenta, se eternizan los espacios , el silencio se hace ensordecedor y me cuesta concentrarme. Más allá de mí solo hay vacío y  fiebre, que  me desafía como velero contra  corriente. Sin embargo, en medio del temporal, visualizo un horizonte que se disipa y me muestra un porvenir sereno, lleno de claros. Pues las tempestas, como los amores errados,  nunca duran para siempre.

 Según la teoría, seis individuos nos separan de cualquier otro ser humano, al facebook le bastaron dos personas para conectarnos.

 



 

 

 

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