Nos aferramos a lo que nos pertenence como un niño no quiere soltar el juguete prestado
Suelta.
Amanece un 10 de Julio gris mimetizando con mi alma. Humedad en el ambiente, huele a tierra mojada y la bajada de temperaturas, no conforme, amenaza con precipitaciones. Una tormenta de verano, concluyen los entendidos. Una tregua al bochornoso lamento de un estío tan intenso como mis ganas contigo.
La disponibilidad emocional retuma en los radares de los solteros como la velocidad de un kamikace frente a un control policial. Cafés y citas que verifican que mi corazón está de vacaciones a un lugar remoto, muy alejado de mi pecho.
Soy experta en aferrarme a las expectativas y como parcelas de tierra por labrar...siembro sueños rotos en un campo frondoso de ilusiones.
Suelta.
Una tarde de cine, un paseo por los delirios de la esperanza, un encuentro con aquellas desconocidas que fueron mis amigas,... epílogo de intentos frustrados de olvidarte, como el que sustituye el azúcar por sacarina.
Suelta
Y desde el momento que decidiste salir de mis pensamientos me refugio en el tiempo, que todo lo cura, para que como tiritas en herida abierta, sane las llagas que hurgan mis entrañas relevando la cita del psicólogo por un podcast de autoayuda,