martes

Decidir equivocarme

 



Si fuera rubia, de pechos voluminosos, de curvas insinuantes y me llamara Rebeccah...






Un viernes a las tres de la tarde podría dar por zanjada  mi semana  Hay vida en la calle y yo en casa metida en mi pijama. 

Me descalzo al llegar al umbral, directa al tocadiscos y dejo sonar a Ravel que, con ayuda del incienso convierto mi hogar en un templo. Me despojo de todo ropaje que me hace aparentar ser quien no soy mientras rememoro los hechos sobrevenidos, días de asumir cosas molestas, de dormir poco, de adquirir nuevas estrategias, de comer mal, de borrar viejas  metas,  de follar sin amar... 

Semana larga de un  verano eterno que, si miro hacia atrás, me parece muy lejano. Cúspide de un año que prometiendo sueños ofreció desilusiones.

Y juro en este instante, prelufio de fin de semana,  bajarme del tren en la estación del olvido, donde ya no guardo rencor y apagada mi hambre de venganza decido recobrar la estima que me queda. Con los rescoldos de dignidad reconstruiré una fortaleza de cimientos de soledad y calma.

Pero el sábado,  cuando me reclamas, la niña que hay en mí sedienta de compañía, se funde contigo en noches de pasión y madrugadas de remordimiento.

Y de retorno, el lunes, a la rutina de fingir que comienza una nueva semana repleta de oportunidades para tomar buenas decisiones.


jueves

Y comieron perdices

 Nuestras vidas se definen por las oportunidades, incluso las que perdemos.





 He vuelto a las noches de insomnio, a contarme historias para  dormir, a saltar en charcos de barro, a soñar despierta, a escuchar podcast que prometen soluciones fáciles a dudas complicadas, a la leche caliente con galletas como las que mi madre preparaba, a mirar nada largas horas por la ventana, a escuchar los gritos de desahogo del silencio, a pintar círculos perfectos en el aire, a contar los pasos que, sin moverme del sofá, me llevarán hasta la cama. A tararear a Sabina, a  releer libros leídos, a escribir sin ganas, a los helados de Otoño,  a las películas en blanco y negro, a la manta en el sofá, a fingir que no estoy en casa. 

He vuelto a buscarme en el espejo, a decirme en voz alta lo que pienso en voz baja, a llorar en soledad, a  comer sin cuchara,  a dormir en pijama, a despertarme sin alarma, a reír en privado, a los ayeres rotos, a gritar con la boca cerrada, a los calcentines de andar por casa, a darlo todo a cambio de nada.

He vuelto a concederme un capricho, a comer carne roja, a esperarte mañana, a no mirar el reloj, a beber sin sed, a pintarme las uñas, a prometerme fidelidad, a jugar a las cartas, a bailar salsa por bachata, a buscarte en ninguna parte,  a confiar en mis instintos, al pan con nutela, a confundir hogar con casa,...en definitiva: a burlar la desesperanza.

 

martes

Vértigo

 

 

"El vértigo significa que la profundidad que se abre ante nosotros nos atrae, nos seduce, despierta en nosotros el deseo de caer, del cual nos defendemos espantados"


 

   Martes de sexo y marisco. El preludio augura una noche existosa, sin embargo, la velada culmina a medianoche y cual Cenicienta, mi entusiasmo cambia de expresión.  

    El vacio del coito sin compromiso, antesala del desamparo, se abre a la soledad que, seductora, te cautiva progresivamente y a medida que te acostumbras a ella con  mayor fuerza la eliges  de compañera. 

   En las noches, se repite mientras duermo la sensación de caída libre y provoca despertares que desembocan en días cansados y decisiones equivocadas.

    Y entre que los padastros se curan, los recuerdos  disipándose, que ya no distingo el azul de tus ojos y sin labios que quiera morder... la vida pasa ante  mi estrenada indiferencia.

  Al aislamiento sucumbes de manera imperceptible, empieza a manifestarse cuando el ruido de los demás te resulta molesto, no quieres responder a la llamada telefónica de un conocido ni hacer planes de viernes con tus amigas célibes.

  Entonces, la caída es inminente. Marian me anima: éste sí. pero yo sé que tampoco. Y en fila india y como moscas en el café, los demás esperan su descarte.

   En la calma después de la tormenta persiste el cartel de No disponible. Y brindamos  por esta noche efímera que me dejará tan llena de ti como vacía de esperanza. 

 






sábado

Sin Título

 

Me abstraigo con facilidad y me disperso dentro del vacío existencial que me rodea, mis sentimientos no me pertenecen. como si todo lo vivido, lo experimentado  y lo sentido hubiera sido una farsa.

 

 

 

La vela se consume, el olor a  cera quemada invade la estancia y en su último suspiro parece que la llama lucha por no apagarse. Llevo tres días cenando sobras, pasta carbonizada o pizza recalentada en un intento de autoflagelarme por tanta ingenuidad.

Me irrumpe el deseo de romper las reglas del juicio y recuerdo a Toni sugiriendo que las mujeres siempre tenemos hombres en la agenda dispuestos a complacernos, tú también lo sospechabas y lo cierto es  que yo solo tengo amigos con los que no me apetecería desayunar a la  mañana siguiente. Me asalta la imagen  del electricista metiendo su mano helada  entre mis muslos  buscando calor y descarto la evocación  recordándome que solo  seremos, el uno para el otro, la segunda opción.

28ºC, 78% de humedad y los chemtrails disipando la lluvia.

En un acto de  insensatez me he despintado las uñas y para volver  a comerme los padastros hasta que las pieles sucumban a la hipodermis y duelan más las yemas que los recuerdos.


 

"Everything  happens to me" canta Sinatra en el tocadiscos. Lucky you! 

 




 

 

 

 

 
 

jueves

Resiliencia

La mujer del cuadro me representa, si no ves una mujer quizás es porque la figura también te representa a ti.

                

 

Hacía tiempo que no disfrutaba  de una de mis pasiones: un café en una terraza y un libro como compañía,  "La insoportable levedad del Ser", tan apropiado en estos momentos como la lluvia que  nos burla.  El camarero ha recordado traerme canela en lugar de azúcar, he recobrado la confianza en la humanidad y me ha servido la taza tan caliente como el magma de un volcán. 

En ocasiones me invade una sensación de disociación, pareciera que  no fuera protagonista en mi propia vida, desconectada de mi yo, como si mis emociones me fueran ajenas y me convierto en  una mera expectadora de los días, que pasan fulminando las horas ante mi impávida presencia. 

Mientras divagaba entre las letras y aunque mis ojos permanecían inmersos en la lectura,  mi inconsciente era plenamente conocedor de la situación. 

En un ápice de segundo han pasado dos horas, el café ha enfriado y dos arrugas han aparecido en mi rostro. Ya no hay quién mantenga en vela mi cabeza, ni impulso de comprobar que no hay respuesta de whatssap que alimente mis ilusiones.

Soy la sombra de la abulia, la guionista  amnésica que divaga en búsqueda constante, olvidando que perdió el cuaderno borrador  de su ópera prima.



 

martes

De elecciones

Ahora que finaliza el verano, el otoño se ha convertido en mi estación preferida.



 
 
 
 
La vida es como un juego de cartas, elegir la mano que quieres jugar es dificil, si es entre dos opciones la cosa se complica. 
 
Sin darme cuenta yo no quise ser la elegida, nunca, por nadie, que te escogieran de pequeña, en una familia de cuatro hijos, implicaba excluir a tu competencia, casi siempre un hermano,  cuyo rechazo dolía más que el descarte propio,  y posteriormente, la presión de mantener la pole position o  vivir con la creencia que has podido ser un error  de elección suponía una presión tan alta que mi autoexigencia no era capaz de soportar.
 

El electricista no me elige, me confiesa que no se queda a pasar la noche conmigo por miedo a enamorarse, le gusta desaparecer cuando estoy dormida y yo, que tampoco le elijo, finjo que lo estoy por miedo a que suceda.


Parece que a día de hoy sigo sin querer ser "elegida" quizás porque a mí me cuesta quedarme solo con una opción de todas las que se barajan o puede que mi lealtad no permita comprometerme a estar "ambos" o "siempre" en las mismas condiciones o tal vez, no consiento que me elijan porque prefiero ser el crupier de la partida de mi vida.




sábado

Alter Ego

 

 

Un tenor rompe el ruido de coches que conducen calle abajo. Su eco se oye lejano pero a media tarde, si permaneces en silencio, puedes escuchar perfectamente las letras de su cantar.  Un ária es la nota discordante en un barrio  cada vez más empobrecido.







El zaragozano me dice que le gusta la mujer contradictoria de mi blog, tan romántica como pasional. Me busca entre las fotografías, le advierto que alguna me corresponde pero no acierta. Ignora dónde empieza lo real y dónde termina lo imaginario. También a mí me cuesta a veces discernir lo uno de lo otro.

Suelo escribir de madrugada, le explico, con un café caliente en la mano, saciada de una noche de sexo a pilas y sin proyecto de futuro en un sábado que se me antojaría solitario.  Esta jornada, sin embargo, estará plagada de planes comprometidos. 

Son las seis de la mañana y abajo interrumpe el sosiego el electricista, aparcando su moto, me trae croissantes para el desayuno a cambio de un orgasmo matutino y la promesa de no volver a introducirnos nada en pro de nuestra amistad recién avenida. 

Y a pesar de todo, sigo impasible, no reconozco su olor como propio, ni me apetece fundirme en su boca.

Soy la que no se elige, la que no se queda porque nada existe, nada duele, todo pasa y mis horas tan muertas como mis entrañas. restarán frente a Netflix un sábado por la noche o quizás, soy aquella que todo lo consigue y si no te tuve...es porque no te quise lo suficiente.


 



lunes

Una piedra a los treinta pasos...

 


La falta de interés mata las relaciones, el exceso también.



  Septiembre ha llegado sin disimulo, provocando un cambio de aire y energía que se siente en el ambiente. Viene a llevarse todo lo viejo, a borrar recuerdos que rebeldes rechazan ser olvidados: una palabra, un gesto, tu sonrisa,...

 De niña jugaba a las negociaciones con el destino, de mujer las reglas del juego han cambiado y sustituyo los pactos por súplicas.

Finaliza el verano, echando de un portazo mis esperanzas. Sin embargo, cerrar el círculo ya no me resulta tan dificil, el  tiempo, que parecía enemigo cuando sumaban segundos sin saber de ti, es ahora mi aliado y estoy a dos días de implorar sexo por compasión.

En la distancia se disipan tus culpas y se desvanecen mis errores, te he liberado y a mí contigo. 


Hay muchas piedras en el camino, algunas de ellas tan bonitas que piensas que deberían viajar contigo pero no debes encariñarte con ellas, son solo rocas que te enseñan a fijarte bien en el siguiente paso, el que te acerca al objetivo. 

 

 



jueves

Talco de despedida

De niñas aprendemos a fingir un poco antes de lo que los niños empiezan a decir mentiras. Y mantenemos esa ventaja desde entonces.

 

  

  Estoy coleccionando piedras que sustituyen. La de hoy reemplaza mis ganas de ti.

 

 El electricista ya sabe, no soy mujer para él, nunca lo fui y nunca lo podré ser. Nos usamos mutuamente pese a que él ahora no recuerda porqué. Cuando se acerca le descarto sutilmente como  se apartan en las frutas  las semillas de la pulpa,  con tanta delicadeza, sin romper..., para que en el desconcierto no se percate de si el alejamiento ha sido una elección propia o ajena.

 Del trato, que le parecía favorable...ahora se siente perdedor. Nunca nos prometimos amor, el suyo pendía de un hilo, el mío unidireccional hacia el sentido opuesto a su trayectoria. 

 Jamás habría querido ser la mujer que  se refleja en el espejo cuando me miro, la fémina impasible, la que no siente ni padece,  te llevaste la parte bonita de mí contigo y me dejaste con grises y sombras en las que no me  reconozco ni de las que me puedo recuperar.  

 El tiempo cura el desamor, se refleja no  cuando dejan de caer lágrimas de los ojos sino mucho después, cuando te liberas de la losa que oprime el pecho y puedes sentir que los ventrículos vuelven a bombear las entrañas.  Mis ojos ya restan secos, sin embargo, el corazón, de momento, sigue tan imperturbable como tus silencios.

 Sabina me recuerda que no fui la primera, ni tampoco la última, que solo estuve sin ser, como la hija segunda de un padre que anhela un varón.

 Acomodada en el sofá, huelo un libro nuevo, a uno que está por abrir, que me lleve a una nueva historia que se aleje tanto de la mía que me devuelva las ganas de volver a ser quien fui.

 

 

domingo

Kabbalah

 Soy de las que piensan  fervientemente que el amor lo cura todo y aquí estoy, enferma por desapego.

 

 



   Cada acción desencaneda una reacción inversamente proporcional  a la causa, o de mayores dimensiones  cuando tú eras el afectado.

 Un viernes cualquiera. Cerrar la puerta detrás de ti  y fingir que dentro de casa se para el mundo exterior. Una taza de café reposa en mis manos, la lluvia  tras  los ventanales deja entrar una luz tenue, las nubes, coléricas, escupen contra los cristales empapados. Se quema el incienso sobre la mesa y suena Dawn en el tocadiscos. Podría morir ahora.

  Llevo días dándole vueltas a la cabeza a una frase de Charlize  "la abandoné porque no la merecía" que quizás me persigue porque también yo me culpo de abandonarte a ti,  aunque por un motivo opuesto al de ella: el que no me merecía eras tú. 

  Un pequeño fallo podría desencadenar una catástrofe, como el efecto del aleteo de  las mariposas, una decisión equivocada puede ser el preludio de una vida tan plena de errores como cuando una pequeña mentira te lleva a otra  y en un suma y sigue, te conviertes en espectador de tu propia  farsa.

 Yo, que soy sabia en errar y benevolente a partes iguales, me perdono tantas veces como errores cometo pero mi cuerpo, más intolerante, reacciona a mis fallos provocándome enfermedad. La cabeza, desde que me entregué para olvidarte, me recuerda a diario que algo hice mal y actúa provocándome lesiones en cada uno de mis órganos, no contenta con la perenne jaqueca y empeñada en castigarme por mis equivocaciones, expulsa agujas en cada una de mis micciones. Temo que nunca me vaya a perdonar y como  Theron disculpo mis actos con un :"Me alejé de ti porque me quise por encima de lo que me querías tú",  que es muy por debajo de lo que yo te hubiera querido.

  Y harta de azotes de remordimientos,  heridas que no sangran y fingir que las cosas no pesan, elijo una vida sin dolor, tan monótona como aburrida, alejada de rechazos y decepciones, llena de pelis de fin de semana y siestas de sofá. Sola. Rodeada de libros. Y maldiciendo aquel mes de Febrero en el que te conocí.


 

 




martes

Seis Grados de Separación

Perderme un concierto por  miedo a encontrarte






   La conversación, amenizada con vino, nos lleva a un trato del que no sé si bajo la sobriedad de mañana  me va  a parecer  beneficiosa. 

  La febrícula no cesa, inauguro a las puertas de Septiembre  el aire acondicionado de mi despacho al que, con tanto ímpetu, me opuse a usar en Julio. El calor  me hierve la dermis, mientras siento que el humo emana de mi cabeza. Me gusta creer que es el rescoldo de  tu energía saliendo de mi cuerpo.

 Estamos todos conectados. Yo creía estarlo contigo y resultó que fuiste fruto de mi imaginación, o más bien, de la tuya.

 Un  trueque frívolo. El electricista y yo nos fundimos en mi cama. Un encuentro pactado, a falta de pastillas para olvidar, ponemos tiritas en herida de arma, parches sentimentales que durarán lo que ocupe el encuentro. Me besa e imagina que soy ella y yo, besada,  finjo que él es una mejor versión de ti. Pero la fantasía se desvanece cuando me estrecha en sus brazos con más cariño del que tú fuiste capaz de darme.  Y él, que sí sabe leer en mis ojos, recupera  el oremus previo a la cópula pues acierta que no estamos, ninguno de los dos, convencidos de poder sostener la penitencia.

 En mi mesa los segundos pasan a cámara lenta, se eternizan los espacios , el silencio se hace ensordecedor y me cuesta concentrarme. Más allá de mí solo hay vacío y  fiebre, que  me desafía como velero contra  corriente. Sin embargo, en medio del temporal, visualizo un horizonte que se disipa y me muestra un porvenir sereno, lleno de claros. Pues las tempestas, como los amores errados,  nunca duran para siempre.

 Según la teoría, seis individuos nos separan de cualquier otro ser humano, al facebook le bastaron dos personas para conectarnos.

 



 

 

 

viernes

Elegir lo que No te elige


Porque tu autoimagen no estaba al alcance de tus expectativas  te soñaste otro tú, más rubio, más alto, más fuerte y ya no quisite despertar.

 

 

  En ocasiones te echo de menos, como cuando el masajeador eléctrico de mi mesita dejó de funcionar.  En un acto de inquina me precipité en tirarlo al contenedor de  la basura y ahora, que no puedo recuperarte,  no le encuentro sustituto que me convenza. 

  Podría ser el prefacio de mi vida. 

  Me cuesta encontrar lo que quiero. Busco y escudriño hasta dar con el añil perfecto  que case con tus ojos, la textura adecuada que acaricie la yema de mis dedos o la sintonía ideal que me deporte a la estratosfera. Después, cuando palidece el color, se reseca la tela o la melodía me resulta demasiado familiar... los echo al cubo de basura emocional donde guardo todos los resquicios de una vida pasada  completa de decepciones.

  A veces me preguntan por ti, aquellas personas a las que les dije que te quería  y en la distancia, que hace que las cosas se vean con mayor claridad, al cristalino me llega un recuerdo  de mí esforzándome  para que no me correspondieras. 

  El alejamiento pone las cosas en su sitio, hace que se reconozcan los errores, que me arrepienta de cada uno de ellos y, sin embargo,  por aquello de no querer poder evitarlos, con total impunidad volvería a cometerlos. 

  Y doy vueltas, como un hámster en una noria, una y otra vez,  escogiendo pedacitos perfectos que combinen con una vida que no quiero tener, quizás por lo bonito que es imaginar esa ilusión en mi cabeza y lo anodino que resulta vivirlo en el propio ser.


https://youtu.be/6EA-MIYY1bg?si=wAuvoz8wieosjAif

miércoles

Cuando cuanto es demasiado



No satisfecho con la vida que llevas construyes una realidad paralela tan bonita...como la mía.






   Se pudren las flores de la maceta inconformes con el alimento que les suministro. Sabía que ocurriría, no poseo el don  de sanadora de plantas que dotó a mi progenitora. No gozo de la capacidad de sacrificio que supone el cuidar  algo que lucha por no morirse. Como nuestra relación, que murió por agotamiento, para ser más exactos, el mío propio.

  Con trémula mano, a medida que la irrigaba, la angustia de la indudable futura pérdida amenazaba  mis esperanzas y día tras día  se cumplen las temidas expectativas de fracaso. La planta,  lo percibe, anticipándose a mi frustración,  se rinde poco  a poco a lo inevitable ante mi evidente incompetencia. Sospecho que en un acto de generosidad para aliviar mi conciencia.

 Mi madre salvó  su matrimonio, cada día, con una sonrisa perenne en su rostro que camuflaban mis ganas de venganza  y yo, que me rebelo por no ser ella pues no he heredado su perseverancia, del miedo a matar mis plantas de escasez o abundancia de agua....aparto a todos los túes de mi vida. 

  La última vez ni siquiera  te besé con ansia.

 Amenaza lluvia, huele a tierra mojada, quizás dejar la maceta fuera y que fuese la tormenta quién la inundara salvaría mi remordimiento por no saber si quererte fue suficiente o si me faltaron ganas.

lunes

Terapia sin Propina

La ola de  calor deja suspendido en el ambiente un vaho caldente  que me achicharra la piel quemada del sol.

 


 

Noche fuera de casa, y pese a que me cuesta dormir en una cama ajena a la mía,  amanecí con una renovada versión de mí.

Hace años me propuse no mentir y el engaño me persigue en forma de insomnio por una confesión pendiente con el mecánico. 

Desde  mi verdad, infiero la tuya y entre tanta suposición no quise ver las incongruencias. Nunca antes había estado en una historia como la  nuestra, nunca después querría volver a estar y aunque soy de naturaleza ilusa tus contradicciones chirriaban en mi cabeza haciendo tambalear mis ganas de creerte. 

No recordaba qué se siente en una cena de adultos, y aunque fuera menor que yo, de profesión electricista y sin tener idea alguna  de saber hacer volar un avión, me convenció su aplomo. Procuró una conversación amena y puso interés en conocer cada uno de los  motivos y los  porqués que me han llevado  a ser  quién soy.  Lejos de fantasear mediasverdades con intención de impresionar,  me deslumbró con mi comida preferida,  preludio de una  velada gratificante.

Nos interrumpió un  reclamo  abrupto, como solían serlo sus respuestas a mis mensajes de whatssap, que atendí con la mejor de mis ganas. Finalizó con el corazón compungido por una falta que me achacaba pero  que no merecía. Quedarme a dormir no estaba dentro de nuestros planes, pero el anfitrión insistió pues tras la inquietud generada, tenía motivos para considerarla la mejor de las alternativas.

No quiero mentir como engaño al operario que intenta arreglar mi coche  ignorando que puse gasolina por diesel.  Estoy dispuesta a desenmascararme. 

Suponía que, antes de que la materia estuviera disponible, el etéreo  tenía que dejar de proyectar, pero me asombré al aceptar la situación inversa contemplando que,  yaciendo en el mismo lecho y aún sin cópula ni culpa,  el lazo invisible que me condenaba acababa de romperse. 

Al amanecer, de camino a casa, solo un arrepentimiento  perturbaba mis sentidos: por los servicios obtenidos, me olvidé, como se despiden los cobardes, de dejar propina sobre la mesita de noche. 




jueves

Libera-Te



La decepción es el resultado de tus expectativas superadas por la realidad.





Pasó, sin esfuerzo, con la facilidad con la  que pasan los granos por un reloj de arena, de manera casi imperceptible. 

Cuando uno se afana en soltar provoca el efecto opuesto por el refuerzo positivo del empeño. Pero soltar significa rendirse, dejar de resistirse,  y cuando menos te lo esperas, cuando sucumbes sucede como cuando el paseante afloja la correa de su perro. La bestia lo nota y ejerce la fuerza necesaria para salir corriendo. Ese animal que reside en mí, de igual modo, se escapó del pesar que infligías en mi pecho.

Ya no hay nada que me aferre a tus recuerdos, nada que me asuste al alejarte. Soy la bailarina a la que le han cedido las  sandalias, el reo absuelto de sus pecados. 

Nací tozuda, llevo mal la incongruencia y mi cuerpo no sabe parar pero mi corazón, que es más inteligente que mi cerebro, entendió aquello de que rendirse es ganar dos veces y en un encantamiento que no soy capaz de explicar, la magia ha sucedido y mi juicio ha claudicado.

 

Me he ganado, tú me has perdido y  ahora es trabajo tuyo darte cuenta. 

 

 

 

Gracias Jorge por el aporte musical.


  https://youtu.be/EzTozA62fDo?si=ItOeGf3MlfZkBPuP

 

miércoles

Caer o Saltar

No consigo desprenderme de esta sensación de que algo va a salir mal.








 

Me sobresalta un sueño que se repite, una caída al vacío que aterriza en  una sensación de  sofoco al despertar que obliga a sustituir el café de ayunas por una ducha de agua fría.

Y con somnolencia en el cuerpo, los días  pasan con tal velocidad que me cuesta discernir el ayer del mañana. 

Al caminar, prudente, elijo los pasos con cautela temiendo que mi cuerpo no responda a mi control, sospecho que  desea precipitarse al vacío en un intento previo de sortear la angustia del sobresalto por la  inevitable  caída.

Olvidé tus errores al momento en el que te disculpaste pero se activa mi recuerdo cuando vuelves a equivocarte. Estoy a punto de saltar.

Crecí preparándome para los malos acontecimientos, los conozco bien, aparecen cuando menos los esperas, cuando parece que el Sol brilla y el mundo es de color de rosa. Después llega el silencio, antesala del ocaso, y mi yo que lo sabe todo, como si quisiera  acelerar  que ese pedacito de lo bueno  terminara, se prepara para que lo malo no le ataque por sorpresa.

Al acecho del mínimo indicio, buscando excusas para saltar.

Presiento que, contigo, ya solo sé moverme dentro de aguas turbulentas e intuyo que provocaré una falta solo para culminar con el salto al vacio antes de que el suelo bajo mis pies tiemble y vuelva a sorprenderme cayendo hacia niguna parte.

 

 

lunes

Caída al vacío

 Cuando un aparato deja de funcionar correctamente hay que  resetear.










 

Las aspas del ventilador dibujan una circunferencia, la brisa y el zumbido que emanan conducen a la introspección y en el eco de mis pensamientos resuena tu nombre.

Las culpas se acumulan como granos de arena en la playa y entre tanta tempestad no hay oleaje que las deshaga, solo las desordena.

La semana amanezaba calma pero a partir del miércoles dio un cambio sustancial que me mantuvo en tensión dentro de la montaña rusa emocional a la que ya estaba deshabituada.

La ola de calor no ayuda a mantener los nervios en reposo y sigo abusando del café buscando una intranquilidad externa que  batalle  con la inquietud que me es inherente.

Soy la misma mujer que conociste, la que te dio tantas oportunidades como límites franqueaste. Pero aprendida la lección que quisiste aplicarme ya no quiero volver al sitio del que me costó tanto escapar y, sin embargo, al alcance de cualquiera, me niego a abandonarte.

Si consigues mantener el peso de la taza sobre la mano, inmóvil, al breve espacio de tiempo tu brazo  dejará de tener la fuerza suficiente que requiere para sujetarla. Lo mismo le pasa a mi ilusión, ya no hay espacio para  resignación que lleve tu nombre.

Pensar agota como cansa correr en círculos tras la incertidumbre. Echo de menos la claridad, la seguridad  del bienestar que nunca supiste darrme. Mi responsabilidad terminó mucho antes de que empezara tu insensatez  y ahora soy yo la que reclamo confianza.

Aquí estoy, la que ya no espera, sin intención de dar un paso para acortar la distancia que nos separa y manteniendo la puerta abierta, lista para echarte, para que no te quedes sin motivos para volver a marcharte.

 

 

 

 

 

 

 

 

viernes

Adaptación al Cambio

 Decepción y culpa a partes iguales 

 







Alcúdia, 9 am de la mañana.

El Sol asomaba tímido y acariciaba mi piel en la única hora que puedes disfrutar de su presencia en  Agosto. 

Le esperé con toda la desilusión y miedo que mis huesos fueron capaz de sostener. En ese momento habría parado el reloj de la vida para no enfrentarme a mis certezas.

Me atormentaba la cabeza con un qué esperar  cuando ya sabes la respuesta, cuando te resistes a reconocer que estás malgastando el tiempo. El propio y el de los demás. Mis sacrificios tuvieron que sumar para igualarme a sus esperanzas, de tal manera que pesaron más mis culpas que sus anhelos. Preludio de un relato tan anacrónico que perfectamente podría haber escrito yo.

Siempre pensé que sabía adaptarme a la realidad y la imagen que me devuelve el espejo es una mujer de costumbres que  se encariña  con las cosas que le son familiares:  la taza del café de las mañanas, el móvil que almacena los recuerdos que no se pueden plasmar en una fotografía. Soy la que siempre elige los mismos  menús en la carta por miedo a arrepentirse después, la que  se resiste a cambiar de marca de detergente por no arriesgar a equivocarse. Fiel a lo absurdo,  la soltera que se casó con el  olor que emite tu piel en mi cama. 

El encabezamiento no augura una buena historia de amor. La fábula que nunca fue, la que existió solo en tu cabeza, dejó un día de conversaciones largas y sonrisas cómplices. Confiesas que intentaste tocarme la mano y a escasos centímetros de ti, mis garras desaparecieron de tu alcance.

La despedida para mí fue un "adiós",  para ti un "hasta pronto". Hoy tú entiendes el abrazo perenne y los ojos humedecidos. Hoy yo entiendo  que sigo  indisponible.

Encerradme,  pues soy la cruel que va destrozando corazones  ajenos intentando arreglar el propio.





martes

Tiempo contra tempo

No sueñes demasiado, puede convertirse en realidad.

 

 




Todo llega, no tengas prisa,  no vaya a ser que no te pille preparada 

Tarde o temprano tenía que pasar. Un jueves cualquiera. A pesar de evitarlo con todas mis entrañas, pese a los intentos frustrados de alejamiento, a la lucha contra un recuerdo al que me niego a olvidar. Pero tenía que pasar. Billete en mano y una cita, a las 10h, como en el muelle de San Blas pero en esta ocasión, el encuentro  reemplazará a la despedida.

La primera vez que escuché su voz, me invadió un halo de tranquilidad y  a un avión de camino no habría posibilidad de dibujar un futuro cercano en el cuaderno de las ilusiones, era la distancia perfecta para poder controlar sus ganas y mi cobardía.

Pero no hay lejanía cuando uno no quiere que la haya y desde el primer momento estuvo dispuesto a restar kilómetros y sumar certezas . La realidad se interpuso  ante mi confianza cuando uno de sus  mensajes me anunció que  " 10 días de conversación bien valen un café.",  aunque tenga un mar que cruzar, aunque tenga que luchar contra mis tempos que avanzan a cámara tan lenta que parecen haberse detenido. 

Erudito en esquivar miedos, los capea mejor de los que yo los sé lanzar. Si yo no puedo, su templanza  me reconforta. Su convicción proporciona la seguridad necesaria que require un niño cuando se suelta de la mano de su madre al dar el primer paso. 

En ninguna de nuestras confesiones nocturas  le hablé de ti, no sabría qué decir de alguien con el que nunca hubo un nosotros más allá de mis esperanzas. 

Mis relatos contigo aquí terminan, mi historia con él tiene que empezar. 

Sabes que vas por tu camino  cuando sientes  agilidad, no hay atisbo de mariposas por ansiedad, como la  calma que acaricia el mar después de la tormenta o el desahogo que  sientes al llegar  a casa después de un arduo día fuera de ella.

 

A dos días en el horizonte  de los sueños: el boceto de un nuevo hogar, aunque todavía no esté muy segura de que en él  quiera entrar. 

 

viernes

Remitente erróneo

La decepción profunda te abre los ojos pero te nubla el alma.

 


 

 

He recibido flores, sin tarjeta, sin remitente, no sé quién las envía solo sé que no has sido tú. No estoy por adivinanzas, ni ganas de agradecer a quien quiera sentirse merecedor de reconocimiento. No miento cuando digo que nadie ocupa espacio en mi mente y no siento que deba aceptar ofrendas ni amparo receptor de esperanzas.

Entre café y café, un reclamo que aparece como si viviera a la vuelta de la esquina. Insiste en pagar, como la última vez, como todas las veces  y a mí, que no me gusta sentirme en deuda, la culpa me eriza las tripas.

Tras el primer sorbo al líquido, noto su mirada en mi lengua siguiendo el recorrido por mis labios y se aprecia una sonrisa muy frágil en sus comisuras. Mientras intentamos recuperar la cordura yo me pregunto  si a lo que él siente voy a poder ser recíproca algún día . Y tropiezo en una batalla interna  entre el corazón y el cerebro, entre un "inténtalo" y el "no quiero". 

La despedida es cortés, como lo ha sido la conversación: fácil y amena, tan distinta a la que tenía contigo,  como la charla con aquel que no merita. Lo sé bien. Estas cosas el corazón también las sabe, pese a que la cabeza pretende  engañarnos a  ambos, a él por débil a mí, por complaciente.

Mi rutinaria mesa de despacho, vestida hoy con flores rojas,  vibra bajo un mensaje predecible al móvil, leerlo lo confirma, sólo siento un pálpito en mis entrañas de que algo no estoy haciendo bien.  Acorralada entre una cena que no me apetece  aceptar y un rechazo que no quiero confesar...  desaparecer me resulta la mejor de las opciones.

Injusto no poder tomar un café sin paz, injusto no poder hacer la guerra contigo.

Las flores restan en mi mesa. Algún día se marchitarán como se amustian los sentimientos que no cultivas y entonces, quizás entonces,  llegue  otro ramo cuyo remitente no requiera ser  manifiesto y al que  mi dignidad no consiga rechazar.




 

martes

Desconcierto

 La jaqueca sigue atormentándome en pro de un verano tan contradictorio como tu comportamiento.

 

 




 

 La falta de interés es  desconcertante, hiela,  como este gélido mes  de Julio, no consigo abrigar mis carnes tremolosas cubiertas con vestidos primaverales y chaqueta de otoño 

 El frío entra por los pies y se cala en la espina dorsal, congelando el sitio exacto  donde tus defectos me parecían virtudes. 

Entre mis pérdidas, tus livianos recuerdos,  intento omitir también las promesas incumplidas. No hay olvido si no hay indulto y aquí ya no queda mucho por perdonar.

Volver a casa supone enfrentarme a mi niñez, al lugar donde los abrazos no existen. He creado mi propio hogar, lejos de la indiferencia y el menosprecio y me resisto a cruzar el umbral al pasado o a un futuro contigo que me lleve al mismo ayer, tan lejos del hoy.

 

Soy la dueña de las llaves y ya no hay con quién quiera compartirlas. 

 

 



 

Culpa y betún

No hay explicación que pueda saciarme, no hay rendición sin dolor






Al final entendí que lo que más me dolía era haberme equivocado. Me resistía a rendirme como me rebelaba, de pequeña, a abandonar en la playa  el castillo de arena que con tanta ilusión construí un futuro prometedor.

Me he perdonado. Y a ti conmigo. He cambiado la fábula que engañaba mi cabeza por un relato caduco, en el que ambos salimos perdiendo, de un pasado pisado y por un futuro halagüeño y lleno de posibilidades.  

A la par hice las paces con Toni, le perdoné su arrogancia, vi en su soberbia el pozo de sus carencias, las mías y  las tuyas. Mientras él fantaseaba con los pezones rosados de las chicas de la mesa contigua  a la nuestra, yo me perdía en mis pensamientos, fingiéndome atenta a su discurso, ridículo y grotesco a partes iguales. Y os libero de la carga de mi apego herido, no os pertenece,  me reclamo  y recupero de tus devaluaciones, al final fuiste tú el insuficiente para mí.

Ya no quedan rescoldos de odio. Tus presuntas mentiras se quedan contigo, en tu conciencia. Comprendo al niño herido que reside en tus tripas, aquel al que tampoco permitieron jugar con su castillo y, sin protesta, complació a su progenitor.

Y bailaré con el dolor hasta que el cansancio le haga parar. Aunque ya no haya música que suene ni bailarín que me acompañe. Cuesta,  como cuestan las cosas que quieres hacer bien,  cuesta,  como cuestan las cosas que  importan.


Me niego a formar parte de esta frivolidad, a las mentiras y secretos, al bótox contra arrugas de expresión,  a la satisfacción vacía e inmediata, a la recompensa por frustración, a las fotos posadas, al miedo al compromiso y al pavor a no destacar en un mundo de vaginas retocadas y  de bustos de pega que imitan la perfección. 

Y seguiré creyendo en el romanticismo, como fósforo superviviente de una caja de cerillas que siempre estuvo a medio terminar.

Encajo como un  poeta en tiempos modernos, no tengo miedo al abandono, no temo al dolor, soy valiente y  tú no estás a la altura de mis pensamientos.